Hablar del chicle Cosmos hoy es como
excavar en los recuerdos de una época mágica, donde la infancia se vivía a
través de pequeñas pero inolvidables experiencias. Para muchos, estos chicles
fueron más que un simple dulce: se convirtieron en un símbolo de la fascinación
por el espacio y los avances tecnológicos que definieron los años 60's y 70's.
Hace unas semanas, le dedicamos un
post a la icónica segunda versión del chicle Cosmos, con su envoltorio plateado
sobre un fondo negro estrellado "EL CHICLE COSMOS NEGRO: UN VIAJE RETROESPACIAL" Aquella presentación tan especial y espacial jejejeje acompañaba al
inconfundible chicle negro de regaliz mmmm un sabor atrevido para su época. Sin
embargo, en esta ocasión vamos a retroceder aún más en el tiempo, a los años
60's para hablar de las versiones primigenias de este mítico chicle.
Fabricados por la empresa Chicles
Americanos S.A., con sede en Pinto, Madrid, los primeros chicles Cosmos se
ofrecieron en tres sabores clásicos: fresa, menta y el inconfundible regaliz
negro. Aunque sus envoltorios iníciales no tenían el espectacular diseño de la
versión plateada y estrellada que surgió después, ya incluían lo que se
convertiría en su mayor atractivo: los cromos coleccionables.
Estos cromos, impresos en papel
parafinado, capturaban imágenes de aviones, cohetes, satélites y otras
maravillas de la aeronáutica. En plena Era Espacial, cuando la exploración del
cosmos despertaba fascinación global, estos dibujos reflejaban a la perfección
el interés de la época por los avances tecnológicos.
Completar el álbum asociado a estos
cromos no solo representaba un desafío emocionante, sino también una
oportunidad para ganar premios atractivos. Al enviar el álbum completo a la
sede de la compañía, los niños podían recibir recompensas sorprendentes para su
tiempo: balones, patines, relojes, cámaras fotográficas e incluso tocadiscos,
un premio especialmente codiciado por los jóvenes melómanos, quienes soñaban
con disfrutar de sus discos favoritos o animar guateques caseros.
El intercambio de cromos entre
amigos y familiares fomentaba la interacción social, dejando una huella
imborrable en la infancia de una generación. Más allá de los premios, completar
el álbum era motivo de orgullo, un logro que celebraba el esfuerzo y la
dedicación invertidos.
En aquellos días de finales de los
60's, el mundo estaba inmerso en la Era Space Age Fashion. Los avances
tecnológicos, el primer alunizaje en 1969 y la creciente popularidad de la
ciencia ficción llenaron la imaginación colectiva de sueños galácticos. Los
niños aspiraban a ser astronautas, y los adultos seguían con asombro cada nueva
misión de la NASA.
El chicle Cosmos fue un reflejo
perfecto de esta fascinación. Tanto los kioscos como las revistas y álbumes de
cromos adoptaron temáticas espaciales, y los dibujos de aviones, cohetes,
satélites y naves se convirtieron en una ventana al futuro. Para los niños de
la época, comprar un chicle Cosmos no era solo una forma de disfrutar de un
dulce, sino también de sentir que formaban parte de esa gran aventura
universal.
El Cosmos, con su particular chicle negro de regaliz y su conexión directa con los sueños espaciales, se destacó en un mercado lleno de opciones más convencionales. Aunque otros sabores como la fresa y la menta fueron populares, fue el sabor de regaliz y su llamativo color lo que lo hizo único, dejándolo grabado en la memoria de quienes lo disfrutaron.
Además, su diseño evolucionó con el tiempo. La versión plateada y negra, que como ya os dije homenajeamos en un post previo, llevó esta experiencia a otro nivel. Su envoltorio estrellado parecía transportarte directamente al Cosmos, haciendo que cada chicle fuera una invitación a soñar con aventuras espaciales.
Aunque el chicle Cosmos dejó de
fabricarse hace décadas, su recuerdo sigue vivo en la memoria colectiva. Para
quienes lo vivieron, es un símbolo de una época más sencilla, donde pequeños
objetos como un cromo o un álbum podían ser la fuente de grandes alegrías. Para
las nuevas generaciones, representa un misterio envuelto en un envoltorio
espacial, una ventana a un tiempo en que el espacio era el mayor sueño de la
humanidad.
El Cosmos no fue solo un chicle: fue
un reflejo de la fascinación por el universo, un homenaje al ingenio humano y
una pieza fundamental de la cultura popular de su época. Aunque el tiempo ha
pasado, su sabor tanto literal como simbólico sigue siendo inolvidable para
quienes tuvieron la suerte de disfrutarlo.
Recuerda mmmm la grandeza de la era
espacial pertenece a los soñadores. ¡No detengas tus sueños!
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