La sesión de
hoy de Minutos Musicales viene con doble intención. Dos motivos importantes le
dan forma. El primero es fácil de adivinar: hoy comienza el verano. El segundo…
bueno, ese me lo reservo un poquito más. Tiempo al tiempo, os lo dejaré en la
segunda parte de este post, mmmm, un poquito más abajo, entre los vídeos
musicales de Miguel Ríos, "Despierta" y "Vuelvo a Granada",
ya que todo tiene sus motivos.
Y es que
estos Minutos Musicales están cargados de simbolismo, recuerdos y, sí, también
de un pequeño arrepentimiento que arrastro desde hace años, y otra cosa aún más
importante para mí que os contaré en la mencionada segunda parte y entre los
vídeos que os mencioné. Pero empecemos por el principio.
- PRIMERA
PARTE:
Hay canciones
que actúan como máquinas del tiempo. No hace falta más que unas notas para que
te trasladen, en un parpadeo, a otro lugar, a otra época. Para mí, algunos
temas de Miguel Ríos hacen justo eso. Me llevan de vuelta a la casa de mis
padres, a los días en que mis hermanos mayores ponían sus vinilos en un viejo
tocadiscos que, en mi recuerdo, suena mejor que cualquier equipo de sonido
actual.
Sonaban
himnos como "El río", o el grandioso "Himno a la alegría",
entre otros grandes temas. Yo tenía apenas 5 o 6 años y no entendía ni la mitad
de las letras, pero la música... esa sí que se me quedó grabada en el alma.
Ahora bien,
que nadie piense que yo era fan de Miguel Ríos desde pequeño. ¡Qué va! Lo
confieso sin pudor: no era santo de mi devoción. Y lo peor vino en 1983. Año
clave. Verano. Gira de El Rock de una noche de verano. Mi mejor amigo de
entonces (y aún lo sigue siendo), David Roca, me ofrece ir con él al concierto.
Entrada gratis, todo a cuenta suya. Y yo, con la sabiduría de un adolescente
cabezón, pensé:
"¿Ver a
ese carozilla con mallas a rayas pegando brincos? No, gracias. Paso."
Y ahora,
tantos años después, solo puedo decir que me equivoqué. De verdad. De los
errores de los que uno se arrepiente con el paso del tiempo... y con una
sonrisa algo torpe se me dibuja en la cara al recordar ese tonto desplante que
hice.
Hoy, más de
40 años después, lo admito con una sonrisa amarga. Me lo perdí. Y me
arrepiento. Porque lo que en aquel momento me parecía ridículo, hoy lo veo como
legendario. Miguel Ríos fue (y es) un pionero del Rock español. Se adelantó a
su tiempo, abrió caminos y nos dejó un repertorio que, guste más o menos, es
historia viva de la música de este país.
Por eso, y
porque el verano ha comenzado oficialmente, no hay mejor forma de arrancar esta
sesión que con "El Rock de una noche de verano". No podía ser otra.
Hoy sí que me subo a ese escenario con él, aunque sea en espíritu. Y con
pantalones de rayas si hace falta (digo pantalones ya que con mallas os aseguro
que no me atrevería ni en sueños jajajajaja).
El tiempo me
ha enseñado a ver a Miguel Ríos con otros ojos. Y aunque su estilo no sea el
mío, lo respeto profundamente. Tiene temazos que aún me pellizcan por dentro,
porque me devuelven a esa infancia en la que todo era nuevo, incluso la música.
Así que clica sobre un vídeo y... ¡sube el volumen, que hoy empezó el verano!
El Rock de Una Noche de Verano.
Despierta.
- SEGUNDA
PARTE:
Hace unos
meses me quedé completamente afónico (a lo Miguel Bosé, jejeje) durante varios
días. Fui al médico y me derivó al otorrinolaringólogo. Ahí empezó mi periplo
médico: un recorrido de consultas, tratamientos y diagnósticos. Un viaje lleno
de pruebas, incertidumbre y mucha resiliencia.
Tenía una
cuerda vocal paralizada por culpa de unos nódulos que, vete tú a saber cuánto
tiempo llevaban conmigo, eran de gran tamaño. Uno de ellos, casi de 10 cm. La
cuestión es que había que analizarlos y operarlos cuanto antes, fueran benignos
o malignos, porque no estaban en muy buen sitio y era urgente extraerlos (menos
mal que al final fueron benignos).
Y para no
alargarme demasiado, os cuento lo más importante. A primeros de abril (o sea,
hace relativamente poco) entré en quirófano. Lo confieso: estaba muy acojonado.
La doctora que me operó ya me había advertido que este tipo de intervenciones,
en un alto porcentaje de pacientes, deja secuelas… Intentarían no tocarme las
cuerdas vocales, pero el tamaño de los nódulos era muy grande. Así que se curó
en salud y me hizo firmar un montón de papeles donde ponía todos los riesgos
posibles. Entre ellos, el que más me asustó fue el de quedarme sin voz. Uffff.
Había riesgos peores, pero ese me impactó especialmente. Os lo juro.
Después de la
operación, desperté en la sala de rehabilitación del hospital de Bellvitge, en
Barcelona. Estaba mareado, confuso, preguntándome: "¿Dónde estoy?" El
chute de anestesia me dejó muy tocado. Y, en mi cabeza, sonaba una musiquilla
que decía:
♫♪♫♫♪…
Despierta, empieza a amanecer.
La noche el
día deja ver.
Despierta, no
te quedes ahí,
que ahora es tiempo de vivir... ♪♫♪♫♪
Increíble.
¡El tito Miguel Ríos me estaba cantando Despierta en mi cerebro! (Misterios de
la mente… jajajaja.)
Y sí, fui
despertando, y empecé a recordar dónde estaba y por qué. En ese mismo momento
se me encogió el corazón. Unas gotas de sudor frío empezaron a bajar por mi
frente, y eso que la sala estaba helada. Recordé todo. Y los miedos llegaron
como una avalancha: "Ya estoy operado, pero no siento nada… ¿y si
abortaron la operación por cualquier complicación?"
Hice un giro
completo con la lengua dentro de la boca… No tenía tubos. Eso aumentó mi
sospecha de que no me habían operado. Hasta que llevé mi mano derecha a la
garganta y, ahí, me di cuenta de que sí. Había un delgado tubo, pegado con
esparadrapos y gasas: el drenaje. Estaba operado.
Y en ese
momento pensé:
"Tienes
algo muy importante que hacer."
No estaba
seguro de cómo iba a salir. Me sentía inseguro. Pero tenía que enfrentarme a
ello.
"¿Podría
hablar, aunque solo fuera un poco?"
Aunque mi voz
estuviera apagada… Me conformaba con eso. Aunque fuera la mitad de la voz que
tenía… Me bastaba.
Y entonces,
otra vez, mi cabeza me jugó una de sus jugadas mágicas. Esta vez, mi cerebro me
ordenó cantar. Y como todo había empezado con Miguel Ríos, fue automático. Sin
darme cuenta, estaba cantando:
♫♪♫♫♪…
Vuelvo a Granada, vuelvo a mi hogar,
el tren va
muy despacio, hay mucho tiempo para llegar.
La gente
duerme en el vagón
mientras por
las ventanas
muy débilmente se cuela el sol... ♪♫♪♫♪
¡Jajajajaja!
Una canción con la que me identifico totalmente. Me recordó aquellos veranos de
niño, cuando iba al pueblo en tren. Y, por lo visto, estaba cantando con voz
bastante fuerte.
¡¡¡Siiiiiiiii!!!
¡Conservaba
intacta mi voz!
¡No la perdí!
¡No se apagó!
En ese
momento apareció una enfermera a mi lado, diciéndome:
—Te
despertaste de buen humor, ¿eh?
¡Jajajajajaja!
Qué vergüenza pasé…
Y me dijo:
—La operación
ha salido muy bien. La cirujana hablará contigo cuando estés en la habitación,
pero ya te adelanto que salió todo mejor de lo que se esperaba.
Lo demás ya
es historia. Y como entenderéis, esta es una de esas dos razones por las que
quiero dedicar estos MINUTOS MUSICALES al tito Miguel Ríos, y decir con toda el
alma:
¡LOS VIEJOS ROCKEROS NUNCA MUEREN!
Vuelvo a Granada.
Himno a la Alegría.
Un Caballo Llamado Muerte.
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