COPIAR O CORTAR Este primer código evita que copien los textos de tu página o blog Este segundo código evita que copien las imágenes y gif COPIAR O CORTAR Yo también lo tuve! Nostalgia y Recuerdos de los años 60 - 70 - 80 - 90's: EL BELÉN DE CONGUITOS: CUANDO LA NAVIDAD SABÍA A CHOCOLATE Y CACAHUETE

martes, 23 de diciembre de 2025

EL BELÉN DE CONGUITOS: CUANDO LA NAVIDAD SABÍA A CHOCOLATE Y CACAHUETE

Un año más vuelven estas fiestas tan nuestras, las Navidades. Días de reencuentros, de recuerdos que regresan sin llamar y de pequeños objetos que, casi sin querer, nos devuelven a otros tiempos. Desde este rincón nostálgico, lleno de memorias retro-vintage, quiero compartir con vosotros no solo una felicitación, sino también una historia que huele a infancia, a cartón, a meriendas y a sonrisas guardadas en el fondo de un viejo y mágico baúl.

Este blog nació para eso: para detenernos un momento, mirar atrás con cariño y rescatar esos fragmentos del pasado que siguen teniendo algo que decirnos. Y qué mejor manera de desearos unas felices fiestas que hacerlo a través de un recuerdo entrañable, sencillo y muy nuestro. Con este artículo quiero acompañaros en estas Navidades, agradeceros que sigáis ahí un año más y desearos que estos días estén llenos de calma, memoria y pequeños grandes momentos felices.

Hay objetos que no fueron creados para ser importantes y, sin embargo, acaban siéndolo. No por su precio, ni por su rareza, ni siquiera por su belleza, sino porque quedan atrapados en un rincón muy concreto de la memoria. El belén de Conguitos es uno de ellos. Un belén pequeño, de cartón y plástico, nacido sin pretensiones, que hoy despierta sonrisas, recuerdos y una cierta sensación de "esto ya no se ve".

No surgió de la tradición artesana ni de la devoción religiosa. No pasó por manos expertas ni fue pensado para durar generaciones. Nació en una fábrica, con código de lote, fecha impresa y bolsas de chocolate en su interior. Fue un producto promocional de la campaña de Navidad de 2003-2004, diseñado para vender Conguitos y acompañar las fiestas de una manera desenfadada. Y, sin embargo, contra todo pronóstico, terminó convirtiéndose en algo más.

Dentro de la caja esperaba una escena tan improbable como entrañable: la Sagrada Familia reinterpretada por los propios Conguitos. José, María y el Niño Jesús, transformados en figuritas redondeadas, sonrientes, casi infantiles, refugiadas bajo un pequeño establo de cartón ilustrado con una vaca y un burro dibujados con trazo amable. No había musgo natural ni estrellas doradas, pero sí chocolate. Y, curiosamente, había ternura.

Este belén no se imponía. No pedía respeto ni solemnidad. Se integraba en la casa como un objeto más, casi como un juguete. Se abría la caja, se repartían los Conguitos (eso era lo primero) y luego, si había tiempo y ganas, se montaban las figuras. Podía acabar junto al árbol, sobre una estantería o en cualquier rincón improvisado. Era una Navidad sin coreografía fija, vivida con naturalidad.

Para muchas personas, Conguitos forma parte de una memoria emocional muy concreta. Está ligado a kioscos de barrio, a cumpleaños infantiles, a recreos compartidos y a meriendas que sabían a premio. Este belén conecta directamente con todo eso. No representa solo una escena religiosa reinterpretada, sino una forma de vivir la Navidad desde lo cotidiano, desde lo cercano, desde lo reconocible.

Hay algo casi cómico (y profundamente humano) en ver a la Sagrada Familia convertida en muñecos de marca. No como burla, sino como traducción al lenguaje de la infancia. Como si alguien hubiera pensado: "hagámoslo sencillo, hagámoslo nuestro". Y esa falta de solemnidad es precisamente lo que lo hace entrañable. No intenta elevar la Navidad; la baja a la mesa del salón.

Con el paso del tiempo, el belén de Conguitos ha adquirido otra capa de significado. Mirado desde hoy, es evidente que pertenece a otra época, a un momento en el que la publicidad era más ingenua, más despreocupada y menos consciente de ciertos debates actuales. Si se lanzara ahora, probablemente no vería la luz, pero, como objeto del pasado, se contempla de otra manera.

Hoy no se percibe tanto como una provocación, sino como un testimonio. Un pequeño documento cultural que habla de cómo eran las sensibilidades, el humor y la relación entre marcas y tradición hace veinte años. Esa distancia genera una mirada doble, afectuosa y reflexiva al mismo tiempo. Una mirada que no niega el contexto, pero tampoco renuncia al cariño.

La mayoría de estos belenes no sobrevivieron. Cumplieron su función y desaparecieron. Se tiraron junto con el cartón, se perdieron las figuras, se olvidaron en mudanzas. Los que han llegado hasta hoy lo han hecho por puro azar: una caja guardada "por si acaso", un belén que nadie se atrevió a tirar, un objeto rescatado del trastero en una limpieza navideña.

Por eso, cuando reaparecen, no provocan escándalo ni indignación, sino algo mucho más suave: una sonrisa. La sensación de reencontrarse con una forma de vivir la Navidad más simple, menos solemne y más doméstica. Una Navidad que cabía en una caja de cartón y olía a chocolate.

El belén de Conguitos no es perfecto ni pretende serlo. Es frágil, comercial y claramente hijo de su tiempo. Pero precisamente ahí reside su encanto. En recordarnos que la Navidad no siempre fue grandiosa ni intocable. Que también pudo ser juguetona, improvisada y un poco gamberra. Que pudo vivirse sin discursos, sin solemnidad y con las manos llenas de chocolate.

Quizá por eso sigue teniendo sentido recordarlo. No para repetirlo ni para reivindicarlo como modelo, sino para entenderlo como lo que es: un pequeño fragmento de memoria colectiva. Un belén improbable que, sin proponérselo, acabó convirtiéndose en una fotografía emocional de una época.

Y, al final, eso es lo que hacen los buenos recuerdos: no explican nada ni dan lecciones. Simplemente nos hacen sonreír y pensar, con cierta complicidad, que hubo un tiempo en el que la Navidad también podía ser así. Pequeña. Dulce, y con un poco de cartón.

¡FELIZ NAVIDAD Y MUY FELICES FIESTAS! 










Las imágenes sin marca de agua fueron obtenidas de Internet; los créditos corresponden a sus respectivos autores.

 


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