¡Habemus Papam!
Hace un par de días escuchábamos
estas palabras en latín para presentarnos al nuevo Papa de Roma.
Independientemente de cuáles sean mis creencias, mi mente viajó inmediatamente
al Perú: pensé en Machu Picchu, en las gigantescas hortalizas que allí se
cultivan, en las misteriosas piedras negras de Ica con sus imposibles grabados…
y, por supuesto, en el aguardiente por excelencia, el pisco, ese licor de los
Incas que condensa siglos de historia y tradición.
Y es que, curiosamente, Perú también
está presente en esta elección papal. Desde la Plaza de San Pedro se escuchó el
anuncio de que Robert Prevost, ahora León XIV, había sido elegido como el nuevo
Papa de la Iglesia Católica. Nacido en Estados Unidos, el nuevo Sumo Pontífice
mantiene un estrecho lazo con el Perú: se desempeñó como obispo de Chiclayo y
fue nacionalizado peruano en agosto de 2015, por lo que cuenta con un DNI
peruano vigente.
Así, entre las antiguas piedras de
Roma y los vestigios sagrados de los Andes, este nuevo capítulo del Vaticano se
entrelaza con el alma de un país que parece estar siempre presente, incluso en
los lugares más inesperados.
Por eso levanto mi vaso de pisco y
hago este brindis, y escribo este post jejejejeje dedicado a Robert Prevost y,
sobre todo, a ese legendario licor peruano con el que brindo mmmm pero con una
mención súper especial a esa botella que guardo en "EL BAÚL DE HAL".
Una botella misteriosa que me trae muy buenos recuerdos de niñez y que a continuación
relataré, junto con un poco de historia de su destilería.
LAS NEGRAS Y MISTERIOSAS BOTELLAS DE
PISCO.
¿Recordáis aquellas misteriosas
botellas de pisco que se pusieron tan de moda en los años 70's...? Eran negras
como la noche, negras como el carbón, negras como las piedras peruanas de Ica.
Solo el color ya resultaba curioso: un negro tan opaco que no dejaba ver el
contenido de la botella. Pero no era el aguardiente de su interior ni el oscuro
vidrio lo que más me atraía...
Me encantaba cuando íbamos a visitar
a mi querida tía Encarna. Siempre me gustaba ir a su casa y curiosear las
colecciones de mis primos, bastante mayores que yo, y todas las rarezas que me
encontraba allí. Recuerdo una habitación llena de maquetas de aviones de guerra
que montaba mi primo Pedro. Algunos estaban a medio montar o recién pintados
sobre una mesa; otros, ya terminados, adornaban las estanterías… pero la
mayoría colgaban del techo, atados con hilo de pescar. Aquello, para un niño de
9 o 10 años, era todo un espectáculo.
Y qué decir de los cómics de mi
primo Juanito… Tenía unos de una Blancanieves muy ligera de cascos. A mí me
encantaba ojearlos disimuladamente, sin que se dieran cuenta, claro. Jejejeje.
Y los enanitos... ¡menudos golfos! A la mínima se bajaban los pantalones y ya os
podéis imaginar la bacanal que se montaban. Pero bueno… dejémoslo aquí. Esa
historia de la fogosa Blancanieves da para otro artículo. Y hablar del papa y
de esa Blancanieves... mmmm, no, mejor lo dejamos para otro día. Que ya me
estoy desviando por caminos que no pegan ni con pegamento.
Y aquí quería llegar... Otra de las
cosas que siempre llamaba mi atención en casa de mi tia Encarna, era la
decoración del mueble del comedor: una colección de botellas de licor de lo más
curiosas. Había una con forma de pelota, otra de torero (con su inseparable
compañera, la botella con forma de flamenca), algunas de futbolistas… y
posiblemente más que ya ni recuerdo. Pero las que realmente me tenían hechizado
eran aquellas botellas negras de pisco, el licor de los Incas. Botellas
moldeadas con formas parecidas a las esculturas de la Isla de Pascua, los
famosos moáis. Aunque mi favorita, la reina de la colección, era una que me
recordaba a las cabezas reducidas de los shuar (más conocidos como jíbaros,
nombre que les asignaron los españoles en tiempos de la conquista, aunque
también se conocieron como los reductores de cabezas).
Vamos, que solo faltaba que, en
cualquier momento, apareciera el querido Dr. Fernando Jiménez del Oso, de quien
yo era gran fan, aunque luego por las noches no pudiera dormir tras ver sus
programas de televisión, jajajaja. Para mí, aquellas botellas eran dignas de
haber salido en sus míticos programas Más Allá o La Puerta del Misterio.
En definitiva, me gustaban tanto
esas botellas y en especial la que os he mencionado que no paré hasta
conseguirla. Pero no me conformaba con una vacía: yo la quería intacta, sin
abrir, con su pisco setentero, su poderoso aguardiente y su tapon precintado y
aún sellado. Me costó encontrarla, pero uno tiene paciencia y al final…
Pues eso: aquí os enseño esta
fantástica botella vintage de pisco que hoy saco de mi baúl y fotografío para
compartirla con todos vosotros. Y para terminar el post, os dejo un poquito de
historia sobre esta destilería y sus curiosas botellas.
DESTILERÍA NOGUERAS COMAS.
La destilería Nogueras Comas,
ubicada en Barcelona, España, fue una empresa destacada en la producción de
brandy y otros licores entre las décadas de 50's y 70's. Aunque ya no está en
funcionamiento, sus productos continúan siendo altamente apreciados por
coleccionistas y entusiastas de los artículos vintage.
Lo que hizo única a Nogueras Comas
no solo fue la calidad de sus licores, sino también el diseño artístico y
cultural de sus botellas. La destilería sobresalió por crear envases
distintivos de vidrio soplado y cerámica, con formas temáticas que reflejaban
la cultura española y latinoamericana.
Algunos ejemplos de estos diseños
incluyen: envases que representaban a damas andaluzas o gitanas empleados tanto
para sus anises, como el famoso Anís Cristal Gitana, como para licores dulces
como la crema de cacao, junto a botellas con forma de torero asociadas a su
brandy o a un refrescante pippermínt, y otras con forma de cabeza inca (nuestra
protagonista del post de hoy) utilizadas especialmente para su pisco, reflejan
el carácter creativo y cultural del diseño de Nogueras Comas.
Además, la destilería también
produjo ediciones limitadas y colaboraciones con el Club de Fútbol Barcelona
(C.F. Barcelona), con botellas que hacían referencia a este equipo y otras
relacionadas con el mundo del balompié. En algunos casos, incluso se diseñaron
botellas con forma de pelota de fútbol imitando las setenteras Adidas Telstar
en tamaño casi reglamentario jajajaja, eso sí, rellenas con buen licor.
Las botellas de Nogueras Comas
siguen siendo objetos muy codiciados en el mercado de coleccionismo. Gracias a
su singularidad y su valor histórico, estas piezas continúan siendo buscadas en
plataformas de venta de artículos vintage. La graduación alcohólica de sus
productos variaba entre el 30% y el 40%, y los materiales utilizados, como
vidrio y cerámica, contribuyen a la exclusividad y el atractivo de estos
envases.
En conclusión, Nogueras Comas fue
una destilería emblemática cuya relevancia en la industria licorera de la época
se refleja en sus innovadores y creativos diseños de botellas. Aunque la
destilería ya no esté en funcionamiento, sus productos siguen siendo altamente
valorados por los coleccionistas, consolidando su legado en el mundo de los
licores y el arte del diseño.
¿EL PISCO ES PERUANO O CHILENO?
Como dato curioso, os contaré que
existe un conflicto entre Perú y Chile sobre el pisco. El pisco, un aguardiente
de uva cuyo nombre proviene del quechua "pisku" (ave), tiene su
origen en el valle de Pisco en Perú, donde los Incas lo bautizaron así por la
gran presencia de aves en la zona. Perú defiende que el pisco es una bebida con
denominación de origen, ligada exclusivamente a regiones productoras peruanas
como Lima, Ica, Arequipa, Moquegua y Tacna, y elaborado con variedades de uva
como la "Quebranta". Según la legislación peruana, solo el licor
producido en estas zonas puede llamarse pisco, del mismo modo que solo el
espumoso producido en ciertas regiones españolas puede llamarse "cava".
Sin embargo, Chile sostiene que
"pisco" es un término genérico que describe un tipo de aguardiente de
uva, producido legalmente también en las regiones chilenas de Atacama y
Coquimbo. Aunque Chile no niega que el pisco surgió primero en Perú, argumenta
que por razones comerciales y de exportación, la bebida se desarrolló también
en su territorio y que el nombre se volvió común. Además, gracias a su
estrategia de marketing, el pisco chileno se hizo más conocido en el exterior.
Este enfrentamiento ha sido
catalogado como uno de los conflictos más tensos entre Perú y Chile, incluso
más que disputas históricas por territorios. Mientras que en Chile más del 80%
de la población consume pisco, en Perú solo lo hace un 10%, a pesar de que
defienden su origen con documentación histórica desde el siglo XVI.
El pisco peruano es considerado un
destilado más puro y tradicional. Se elabora sin agregar agua, con una sola
destilación directa del mosto de uva fermentado y no se guarda en barricas, lo
que preserva su sabor original. Solo se produce en zonas específicas del Perú y
está estrictamente regulado por su denominación de origen. Usa tanto uvas
aromáticas como no aromáticas, como la famosa Quebranta.
En cambio, el pisco chileno tiene
una elaboración más flexible: puede destilarse varias veces, se le puede añadir
agua para ajustar el grado alcohólico, y sí se permite su guarda en madera.
Aunque también usa uvas como la Moscatel, su normativa es distinta y el enfoque
suele ser más industrial y comercial.
Ambos países lo defienden como propio,
pero sus métodos de producción y filosofía detrás del licor son bastante
distintos.
Con todo mi respeto, dudo mucho que
el actual Papa León XIV haya utilizado pisco en sus misas, pero lo que tengo
claro es que levanto mi botella y le deseo toda la suerte en su mandato, con la
esperanza de que logre traer paz a este caótico mundo, que últimamente está más
revolucionado que nunca. Y, si seguimos así, no sé a dónde llegaremos.
Salud para todos... ¡GLU, GLU, GLU! Que nunca falte una
buena botella de pisco para acompañar esos grandes momentos especiales.
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