Recuerdo aquellos días en los que mi madre me arrastraba al médico cuando estaba resfriado, con anginas o cualquier otra cosa. Era pequeño y revoltoso, como muchos niños, con energía desbordante y cierta reticencia a la idea de pasar horas en una sala de espera del médico, aun estando pachucho. Entrar a aquel consultorio significaba que cualquier intento de diversión era inmediatamente sofocado por la mirada severa de los adultos que, como yo, esperaban su turno. Allí, en la pared, había una imagen que hacía a todos callar: el retrato de "la enfermera que pedía silencio".
En
los hospitales españoles de los 70's y 80's, la famosa "enfermera del
silencio" era un símbolo ubicuo, aunque la versión que teníamos no era la
de Muriel Mercedes Wabney, la modelo argentina que protagonizó aquella primera
foto, la imagen para América Latina y otros lugares del mundo. En España, esta
figura del silencio era encarnada por otra modelo que desconozco si era local o
de otro país, posando más de perfil, con el dedo índice apoyado sobre sus
labios y un gesto sereno, pero firme.
Mientras
en países como Argentina y Estados Unidos el rostro de Wabney ya dominaba las
paredes de los centros de salud, aquí el "equivalente español" se
había convertido también en algo así como un símbolo de las salas de espera. La
foto de la enfermera era como el arma secreta de los médicos para tranquilizar
a los niños inquietos y a los adultos impacientes.
Así
que, cuando comenzaba a hacer preguntas o intentaba escabullirme para
investigar rincones misteriosos del consultorio, mi madre solo señalaba la
imagen en la pared. "Mira, mira a María Antonia", decía, con una
sonrisa divertida. mmmm... Sinceramente no tengo ni idea de cómo se llamaba
aquella modelo y aún menos si era enfermera, pero recuerdo un día que le
pregunté a mi madre: "¿Mamá, la de la foto es María Antonia?" Y se
quedó con ese nombre, para mí y para mi madre. María Antonia era la enfermera
del consultorio y tenía cierto parecido con la chica de la foto.
Al
ver a María Antonia... perdón, quiero decir aquella enfermera del cuadro con el
dedo en sus labios, me quedaba en silencio, como hipnotizado. Por un momento,
el poder de aquella imagen nos igualaba a todos en la sala de espera: adultos,
niños e incluso los doctores que de vez en cuando echaban una mirada rápida
hacia ella, como recordando su propio rol en el tranquilo escenario.
Muchos
años después, descubrí la historia detrás de la imagen de la enfermera
original: Muriel Mercedes Wabney, modelo argentina cuyo retrato, tomado en
1953, se convirtió en un símbolo de silencio para hospitales de todo el mundo,
aunque en algunos países solamente se tomara prestada la idea y posaran otras
modelos.
Wabney
es uno de los rostros más reconocidos, que no pertenece a una estrella de cine
o a un líder político, sino a una enfermera que, con un simple
"shhhh", pidió silencio a millones alrededor del mundo. Sí, hablamos
de esa imagen: la enfermera que, con un dedo en los labios, nos recuerda que en
los hospitales el silencio es oro.
La
historia comienza en Rosario, una de las ciudades más importantes de Argentina.
Allá por 1953. El hombre detrás de la idea era Juan Craichik, un representante
médico que se encargaba de entregar información sobre los nuevos productos o
medicamentos que se habían desarrollado en la industria farmacéutica de la
empresa de instrumental "Taranto". En una visita laboral, notó que la
sala de espera del hospital estaba abarrotada de gente, y la pobre enfermera no
daba abasto pidiendo silencio. Así, en medio del barullo, Craichik tuvo una
epifanía: ¿y si existiera una imagen capaz de transmitir lo que ni los gritos
podían lograr? Algo tan simple y universal que, con solo verla, todo el mundo
entendiera el mensaje.
Craichik
convenció a su empresa para poner en marcha el proyecto, y no escatimaron en
recursos: un montón de modelos profesionales se presentaron a las pruebas
fotográficas para encontrar el rostro ideal. La búsqueda no fue sencilla, pero
Craichik encontró a su musa en Muriel Mercedes Wabney. Según él, Muriel tenía
"un rostro suave y armonioso, con una mirada autoritariamente dulce".
No había dudas, ¡era la indicada! Después de una tarde de interminables poses
fotográficas, el equipo finalmente encontró la imagen que buscaban (la de
Muriel, la ultima foto de esta entrada).
Lo
curioso es que esta famosa imagen nunca fue un negocio lucrativo para Taranto.
La empresa decidió "regalarla" a hospitales, clínicas y maternidades.
Y allí quedó, presidiendo pasillos, quirófanos y salas de espera, con un
mensaje universal que no requiere explicación. ¿Y Muriel? Ella, mujer de pocas
palabras y casi tan enigmática como la expresión de la fotografía, apenas habló
del tema. Nunca reveló cuánto le pagaron y se mantuvo alejada de la fama, casi
como si la foto fuera más un reflejo del anonimato y la rutina de los
hospitales que una oportunidad de estrellato.
Hoy,
aunque muchos no conocen su nombre, todos conocen su gesto. Muriel Mercedes
Wabney: la enfermera del cuadro, la imagen de la paz en los pasillos, esa que
todos conocemos y hemos visto en hospitales, clínicas y maternidades del mundo
entero. Aunque, como dije, en algunos sitios la modelo es otra, pero al César
lo que es del César: Muriel fue la primera.
El
tiempo pasa, y al igual que la foto de Muriel, también la versión que se
utilizó en España se ha ido perdiendo, o ha sido sustituida por otras. Pero en
la memoria colectiva de los que fuimos niños en aquellos años aún perdura la de
María Antonia. mmmm... bueno, tú ya sabes lo que quiero decir, jejejeje. Cuando
miro estos cuadros que saco de "EL BAÚL DE HAL", la sensación de
respeto y calma que transmitía permanece grabada en mi mente. Quizás, después
de todo, esas enfermeras del cuadro, fueran de aquí o fueran de allí, eran más
que una simple fotografía en una sala de espera; eran, el recordatorio sutil de
un mundo de adultos que, de vez en cuando, también necesita que alguien les
pida silencio.