¿Sabías que el juguete con ruedas más antiguo fue descubierto en Turquía? Se trata de un pequeño carro de caballos hallado en la tumba de un niño de más de 5.000 años de antigüedad. A lo largo de la historia, los niños siempre han querido tener juguetes con ruedas: desde cuadrigas y carros hasta diligencias o trenes, y ya en el siglo XX, coches. Los primeros modelos de coches de juguete imitaban los automóviles clásicos de principios de ese siglo y estaban fabricados con una variedad de materiales diferentes según la época. Pasaron de barro a madera, hojalata, cartón, celuloide, metal o plástico.
En este post, hablaremos de los coches de juguete de la marca Transplastic - Tito, concretamente de los F1. También os enseñaré los que tengo en mi colección de "El BAÚL DE HAL". Un lugar donde, en lugar de tesoros, también hay un auténtico paraíso de nostalgia automovilística.
Estos coches, con una escala cercana a 1:43 (aproximadamente 10 cm), se podían montar sobre una rampa lanzadera para catapultarlos a velocidades vertiginosas. Imagínate eso: coches de juguete volando por la sala como si fueran pilotos de Fórmula 1 en plena carrera. Según mi información, comenzaron a fabricarse en los años 70's por la madrileña casa Transplastic S.A., ya desaparecida, aunque también hay quienes dicen que esta empresa venía de Portugal, la verdad lo desconozco.
En los kioscos del barrio, estos coches se podían encontrar, pero creo que realmente se hicieron populares gracias a varias promociones muy recordadas. Fueron regalados por diferentes marcas en sus promociones desde mediados de los 70's hasta bien entrados los 80's. Yo todavía recuerdo esas promociones como si fuera ayer. Las del Brandy Fundador, las tabletas de chocolate Ezquerra, pastas dentífricas… y otras más conocidas, como las de la leche El Castillo o las de los tambores de detergente Colón. ¡Ah, los tambores de Colón! Esa era toda una aventura. ¡Metíamos el brazo hasta el fondo, rebuscando entre el detergente como si estuviéramos buscando el tesoro enterrado de un pirata!
El momento de sacar el coche era pura magia. Con una sonrisa de satisfacción en el rostro, veías cómo aparecía ese pedazo de bólido que te llevaría a competir en futuras carreras con tus amigos del cole o del barrio. ¡Quién sabe si los personajes de "Fast & Furious" no hicieron sus primeros pinitos en carreras con coches como estos! jajajaja.
El mecanismo de la lanzadera era muy sencillo y, a la vez, fascinante. Consistía en enganchar una goma elástica a un gancho fijo, ubicado al principio, en la parte baja de la rampa lanzadera. El otro extremo de la goma se sujetaba a un segundo gancho, este movible, en una guía tipo cremallera pero sin dientes, que al deslizarse tensaba la goma. ¡Era como preparar un arco para lanzar una flecha, pero con mucha más diversión y menos riesgo de dar en el blanco equivocado!
Al llegar al tope trasero de la rampa, dos pequeñas protuberancias mantenían el coche retenido, mientras que una muesca saliente en la parte superior permitía poner en posición de salida al F1. Esta muesca tenía dos funciones: primero, darle un buen empujón al bólido; cuanto más fuerte, más lejos llegaría el coche. Y segundo, una vez terminada la competición, servía para montar el coche a presión encima de la rampa, haciendo coincidir la muesca con un agujero debidamente situado debajo del coche. De esta manera, el bólido y la rampa siempre permanecían juntos, sin el peligro de que se separaran y alguno se perdiera. ¡Menuda ingeniería para un juguete mmmm inventos del TBO que funcionaban muy bien jejejeje!
Una vez la muesca estaba en su lugar y el F1 debidamente situado en la lanzadera, solo tenías que hacer una pequeña presión sobre el gatillo en la parte posterior de la rampa. Al liberar el gancho guía que sujetaba el coche, salía disparado de un empujón a toda velocidad, como si de una ballesta se tratara, con el bólido siendo su veloz flecha. La sensación era indescriptible, te podías sentir un Niki Lauda o un Emerson Fittipaldi.
Recuerdo cómo competíamos en el patio, haciendo pequeñas carreras improvisadas. Los coches salían disparados y a veces se estrellaban contra las paredes, lo que nos hacía reír a carcajadas. ¡Era un espectáculo digno de los Juegos Olímpicos! A veces, me preguntaba si nuestros coches de juguete eran más veloces que algunos de los coches de verdad que circulaban por la calle. Y si algún adulto se atrevía a preguntarnos sobre esa hipotética carrera, siempre respondíamos con un. "¡Es un F1, claro que ganaría!" como si eso lo explicara todo jejejeje.
Con el tiempo, los F1 de Transplastic se convirtieron en objetos de colección. Hoy en día, ver esos coches y coleccionarlos me trae un torrente de recuerdos, una especie de viaje en el tiempo. Pero, ¿qué sería de un juguete sin su dosis de fantasía? Seguro que en algún rincón del universo, estos coches siguen compitiendo a toda velocidad, mientras nosotros, como niños eternos, seguimos disfrutando de la emoción que traen a nuestras vidas mmmm después de todo, la vida es como una carrera de coches: a veces ganas, a veces pierdes, pero lo importante es haber jugado y disfrutado de ese momento.
Las imágenes sin marca de agua no son de mi propiedad; fueron extraídas de la plataforma Todo Colección. Los créditos corresponden a sus respectivos dueños.
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