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lunes, 31 de octubre de 2022

CUENTOS DE VIEJAS - LA SANTA COMPAÑA

Nada mejor que una vieja chimenea con un buen fuego, contando historias de miedo en estas fechas uffffffffff los pelillos como escarpias jajajajaja mi abuela me contaba algunas de esas historias en las noches oscuras y frías del pueblo, frente a las crepitantes llamas de la chimenea, la que más miedo me dio fue la de la Santa Compaña mmmm ¿la conoces?

Recuerdo en mi pueblo, cuando yo era pequeño, todas aquellas historias que escuchaba de mis mayores, sobre todo las que se contaban en aquellos corrillos que se solían juntar en las puertas tomando el fresco en verano y al lado de una buena chimenea encendida en invierno, algunas veces historias que me impactaban y otras no tanto...

Las que más me fascinaban por encima de todo, aunque por la noche no me dejaran dormir, eran aquellas que contaban los viejos, como mi queridísima abuela: historias, refranes, leyendas, misterios y algún que otro cuento que te ponía los pelillos de punta.

La primera vez que escuché hablar de ella fue en uno de esos corrillos y desde entonces se me quedó aquella leyenda grabada.


La leyenda de la Santa Compaña no tiene un origen concreto, es una leyenda tan antigua que nadie puede certificar cuándo comenzó. Se ha escrito con tantas variaciones diferentes que también es difícil descubrir qué región es la originaria de esta extraña procesión de difuntos.

Cada una de las regiones la describe de manera diferente, pero parece que el mundo de los espíritus está más presente en el noroeste de nuestro país como es en la parte de Galicia, más presente que en muchas otras partes de España y Europa.

Mucho hemos oído sobre la Santa Compaña, cuyas definiciones varían dependiendo de los autores, de las épocas, o de quien lo cuenta, e incluso, de los lugares donde ocurrieron esas historias. La versión más extendida, posiblemente sea la de la mitología popular gallega, pero no podemos olvidar que también tenemos versiones de esta leyenda en Asturias, Castilla o Extremadura.

En nuestro post "Especial Halloween" de hoy, nos centraremos en la conocida historia que permaneció en la cultura tradicional gallega, por el paso de los siglos y de la que aún quedan rastros, como los cruceiros en los cruces de caminos. La Santa Compaña es en la mitología popular gallega, una procesión de muertos o ánimas en pena que por la noche recorren errantes los caminos de una parroquia o pueblo.



Lo tétrico de su procesión es que visitan todas aquellas casas en las que en breve habrá una defunción. Además de Santa Compaña, también es conocida como "a procesión das animas" o simplemente "Compaña". Aunque el aspecto de la Santa Compaña varía según la tradición de diferentes zonas, la más extendida es la formada por una comitiva de almas en pena, vestidos con túnicas negras con capucha que vagan durante la noche.

Esta procesión fantasmal forma dos hileras las cuales van envueltas en sudarios y con los pies descalzos. Cada fantasma lleva una vela encendida y su paso deja un olor a cera o incienso en el aire. Al frente de esta compañía fantasmal se encuentra un espectro mayor llamado Estadea. Además de estas visiones, hay otras leyendas que dicen que se nota un frío intenso siempre que aparece, seguido del olor y el sonido de cadenas. 

También se dice que los fantasmas son como una niebla. La procesión va encabezada por un vivo (mortal) portando una cruz y un caldero de agua bendita, seguido por las ánimas con velas encendidas, no siempre visibles, notándose su presencia en el olor a cera y el viento que se levanta a su paso.

Esta persona viva que precede a la procesión puede ser hombre o mujer, dependiendo de si el patrón de la parroquia es un santo o una santa. También se cree que quien realiza esa función no recuerda durante el día lo ocurrido en el transcurso de la noche, únicamente se podrá reconocer a las personas penadas con este castigo por su extremada delgadez y palidez. Cada noche su luz será más intensa y cada día su palidez irá en aumento.

No les permiten descansar ninguna noche, por lo que su salud se va debilitando hasta enfermar, sin que nadie sepa las causas de tan misterioso mal. Condenados a vagar noche tras noche hasta que mueran u otro incauto sea sorprendido (al cual el que encabeza la procesión le deberá pasar la cruz que porta). Caminan emitiendo rezos (casi siempre un rosario), cánticos fúnebres y tocando una pequeña campanilla.

A su paso, cesan previamente todos los ruidos de los animales en el bosque. Los perros anuncian la llegada de la Santa Compaña aullando de forma desmedida, los gatos huyen despavoridos y realmente asustados. Se dice que no todos los mortales tienen la facultad de ver con los ojos a la Compaña.




Elisardo Becoña Iglesias, en su obra "La Santa Compaña, El Urco y Los Muertos" explica que según la tradición, tan solo ciertos "dotados" poseen la facultad de verla: los niños a los que el sacerdote, por error, bautiza usando el óleo de los difuntos, poseerán, ya de adultos, la facultad de ver la aparición. Otros, no menos creyentes en la leyenda, habrán de conformarse con sentirla, intuirla...

En la mayoría de las historias, la Santa Compaña realiza sus apariciones de noche, pero también hay casos en los que se habla de salidas diurnas. En unas versiones se cuenta que la luctuosa procesión transporta un ataúd con una persona dentro, la cual puede ser incluso la persona que sufre la aparición, siendo su cuerpo astral el que está en el ataúd. Se pueden aparecer en diferentes lugares, pero predominan las encrucijadas.



Hay fechas concretas en las que se dice que tiene más incidencia las apariciones de la Santa Compaña, como por ejemplo, la noche de Todos los Santos (entre el 31 de octubre y el 1 de noviembre), o la noche de San Juan (24 de junio).

En otras provincias adyacentes a Galicia como Asturias también hay esta tradición conocida como La Güestia o bona xente. Es un grupo de figuras encapuchadas que se acercan a la casa de un enfermo moribundo, dan tres vueltas a la casa y entonces el enfermo muere. Normalmente, son conocidos del moribundo. Se dice que van exclamando "andad de día, que la noche es mía".

Protección contra la Santa Compaña: El contar esta leyenda también supone contar el modo de protegerse contra esta procesión de no muertos. En el hipotético caso de que la compaña se presentara en presencia de alguien, se debería llevar a cabo una serie de rituales para la protección que consistiría en:

-Apartarse del camino de la compaña, no mirarles y hacer como que no se les ve.

-Hacer un círculo con la estrella de Salomón o una cruz dentro y entrar en él.

-Comer algo y no aceptar ninguna otra comida que ellos te ofrezcan.

-Rezar y no escuchar la voz ni el sonido de la compaña.

-Tirarse boca abajo y esperar sin moverse, aunque la compaña le pase por encima.

-Jamás tomar una vela que nos tienda algún difunto de la procesión, pues este gesto condena a formar parte de ella.

-En último caso, echar a correr muy rápido.

Cuenta la leyenda que la Santa Compaña no tendrá el poder de capturar el alma del mortal que se cruza con ella si este se halla en los peldaños de un "cruceiro" situados en los cruces de caminos o si porta una cruz consigo y logra esgrimirla a tiempo.

Y como no, estas leyendas tienen testigos, es difícil no encontrar a alguien que haya sido testigo de este desfile de ánimas, sobre todo gracias a internet.

Se cuenta el relato de una mujer que salió de su casa a por castañas, pensando que ya era de día y se cruzó con la procesión, un miembro de la misma le dijo que era su padrino, entonces ya muerto. Le tendió la mano dándole la vela encendida, ella la cogió, y al cabo de unos días enfermó y murió.

El doctor Pereira, regresaba a casa tras atender un parto difícil en una aldea vecina, sobre las dos de la madrugada. Al doblar una esquina se encontró con la Compaña. Según él, era un grupo de unas ocho tétricas figuras vestidas de blanco y cubiertas con sendas capuchas, comandado por un pálido individuo que portaba una gran cruz de madera.

La fantasmal comitiva se movía en el más absoluto silencio, mientras un fuerte olor a cera quemada lo inundaba todo. De repente, el grupo se detuvo frente a la casa de Manolo, el de la ferretería. El miedo pudo con el doctor Pereira, que salió disparado para su casa, que estaba al otro lado del pueblo. Cuatro días después, Manolo, el ferretero, moría de un infarto en la tasca del pueblo.

En Marín (Pontevedra), se cuenta otro caso, el de Charo Santiago. Regresaba a casa después del trabajo, aquella noche había salido un poco más tarde porque tenía tarea atrasada. Salió de la carretera principal de Marín por el atajo que tomaba siempre que tenía prisa, entonces los vio, eran unos diez, vestían todos de blanco y algunos llevaban luces, velas o candiles. Estaban parados delante de la casa de Mari Carmen, una vecina que conocía desde hacía años. Se asustó mucho y echo a correr hasta llegar a casa. No lo comentó con nadie hasta que dos días después esta vecina moría de repente, de no sé qué enfermedad rara.

También está el caso de Sofía R. Pérez, Sofía es un ama de casa de 42 años, madre de cuatro hijos, conocida y respetada por todos los vecinos del pueblo. A pesar del tiempo transcurrido desde su experiencia, Sofía la recuerda perfectamente. "Yo tenía ocho años", comenta cuando ocurrió.

- Mi madre y yo habíamos salido para visitar a una amiga y bajábamos por el camino de detrás de la casa, cerca del cementerio. No era muy tarde, pero como era invierno, ya era de noche. Fue justo al llegar al cruce, oí un ruido de pasos muy grande, como si se acercase mucha gente. Le pregunté a mamá si lo oía y dijo que sí.

Entonces vimos que bajaba por la carretera una procesión, como de un entierro. Eran muchos, no sé el número, pero todos vestían igual. Llevaban una especie de túnicas negras que les cubrían todo el cuerpo, con una capucha también negra. Pasaron muy cerca de nosotras. Nos quedamos paralizadas. Yo era muy pequeña y no entendía muy bien qué era aquello, pero mi madre estaba aterrorizada, me apretaba muy fuerte contra ella, diciéndome que no hiciera ruido. Y cuál fue nuestra sorpresa que al final de la fila de la Compaña, vimos a una mujer, ¡A una vecina nuestra! Era "la tía preciosa", una vecina que vivía unas casas más arriba de la nuestra.

Yo la reconocí por su forma de andar, porque tenía un defecto en las piernas y luego la vimos muy claramente. Llevaba como un palo en la mano y una especie de piedra como un mármol, pero muy, muy brillante. Pasó a nuestro lado en silencio como un ánima y se fue detrás de la Santa Compaña. No nos dio tiempo de preguntarle qué hacía allí. Cuatro días después de pasar esto, la tía preciosa moría. Estaba en la cocina y un rayo entró por la chimenea y la mató.



Tantas y tantas historias que se podrían contar de la tétrica comitiva de almas en pena que no acabaríamos nunca. Solo me queda deciros que cuidado esta noche mmmm se dice que hoy día, gracias a la evidente mejora de las carreteras, el tendido eléctrico y las instalaciones de luz en los caminos, la Compaña ahora ya no se ve nunca, pero cuidado, acordaros lo escrito en este post, la Santa Compaña tiene unas fechas predilectas y esta noche del 31 de octubre es una de ellas, intentar no pasar por bosques o por caminos tranquilos, poco transitados y solamente iluminados por la tenue luz de la luna y puede que por algún candil o cirio ancestral jejejejeje.

¡Feliz Halloween, Feliz día de Todos los Santos y también de Difuntos!  

2 comentarios:

  1. Terroríficamente buenos los relatos, solo con pronunciar lo de "La Santa compaña" ya da miedo!

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    1. Uffffffffff!!! La Santa Compaña... Asustando desde tiempos inmemoriales

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