Creo que esta es la sexta y última parte de los artículos
"Navajas de kiosco". Con ella doy por completada la colección de
piezas de plástico que se vendían en los kioscos de los años 70's y 80's:
pequeñas joyas que tenían mucho que ver con la pequeña y gran pantalla, y que
hacían un guiño inocente a películas y series de la época.
Pero eso no significa que algún día no amplíe o actualice
alguno de estos artículos, o que no hable de alguna otra navaja clásica. De
hecho, en uno de los posts ya conté que, tanto de niño como de joven, una de
mis colecciones favoritas fueron los cuchillos militares, de monte, espadas y,
por supuesto, navajas de verdad. También os prometí que algún día os enseñaría
unas auténticas albaceteñas de siete muelles, al más puro estilo Curro Jiménez,
o una buena multiusos suiza de las que utilizaba el bueno de MacGyver. Por eso,
aunque este sea el último post sobre navajas de kiosco, no quiere decir que en
el futuro no os hable de las navajas "de verdad".
En los años 70's y 80's, pocas imágenes eran tan potentes en
la pantalla como la de una automática abriéndose con un chasquido metálico...
¡CLICK! No importaba si se trataba de pandillas urbanas en Nueva York o de
jóvenes rebeldes en los barrios de España: aquel gesto se convirtió en símbolo
de desafío, peligro y estilo.
El cine convirtió estos objetos en algo más que simples
utensilios. Representaban poder, identidad y pertenencia a un grupo. En un
mundo de pandillas y calles duras, la hoja que aparecía de repente no era solo
un recurso dramático, sino un lenguaje visual cargado de significado.
El impacto fue tan grande que pronto se filtró a la vida
cotidiana. La imagen de la navaja automática se coló en la cultura juvenil:
desde la moda hasta el juego infantil. Muchos kioscos ofrecieron versiones
inofensivas de plástico, baratijas que daban a los niños la sensación de
participar en la misma épica que veían en el cine, aunque fuese en clave de inocente
imitación.
Las que os enseño hoy, el kiosquero las sacaba de una bolsa
transparente cerrada con un cartoncito ilustrado. Dentro, se alineaban en
colores chillones: rojo, amarillo fluorescente o verde intenso. Cada niño tenía
su favorita, y no era raro cambiar cromos o chucherías para conseguir ese color
"soñado". Aunque eran simples trozos de plástico, bastaba pulsar el
botón y escuchar el ¡CLICK! para sentirse dentro de una película.
La fascinación por estas armas también rozó la estética
fantástica. El cartón de cierre de aquellas bolsas lo demostraba: una copia
descarada del universo James Bond. Inspirado en Moonraker (como las que hoy
saqué de EL BAÚL DE HAL), mostraba a un héroe espacial con traje plateado. Pero
aquí no sostenía una pistola futurista, sino una de esas automáticas de kiosco.
El resultado era tan ingenuo como entrañable: glamour de espía mezclado con
cultura de barrio, acción intergaláctica convertida en un juguete de unas pocas
pesetas.
Hoy, aquellas navajas se recuerdan con nostalgia, no solo
como juguetes, sino como pequeños símbolos de un tiempo en que la imaginación
podía llenar los rincones más humildes de nuestra infancia. En su momento, eran
inofensivas y fascinantes, un puente entre la pantalla y la vida cotidiana,
entre la aventura y el juego.
Con el paso de los años, su presencia en los kioscos se fue
reduciendo hasta desaparecer, en gran parte por el endurecimiento de la
normativa y la creciente preocupación social por la seguridad infantil. Sin
embargo, aquellos objetos modestos no han caído en el olvido. Hoy forman parte
del coleccionismo y despiertan una nostalgia que nos devuelve a un tiempo en el
que lo sencillo bastaba para desatar grandes aventuras.
Más que un simple entretenimiento barato, estas piezas
fueron reflejo de una España en transformación. En la década de los setenta, un
país todavía marcado por la tradición comenzaba a abrirse a nuevas influencias
culturales, y hasta un juguete de plástico podía convertirse en símbolo de esa
transición. Desde el cine marginal o las series de bandoleros que alimentaban
la imaginación de los niños, hasta la memoria de quienes crecieron en aquellos
años, permanecen como recuerdo vivo de una época de cambio, creatividad y
descubrimiento.
Si estos juguetes te hacen sonreír, no dudes en leer y
perderte entre las imágenes de los otros cinco posts. Solo tienes que poner en
el buscador de nuestro blog: "NAVAJAS DE KIOSCO", y aparecerán los
mencionados cinco artículos, acompañados de un viaje lleno de nostalgia, risas
y pequeños tesoros que despertarán recuerdos de infancia que creías olvidados.
Te prometo que cada post es una cápsula del tiempo que vale la pena abrir... ¡CLICK!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡GRACIAS POR TU COMENTARIO!
Tu comentario ha sido enviado con éxito, pero está pendiente de moderación. En breve lo revisaré y lo publicaré en el Blog. Saludotes. HAL