Aquellos que lleváis tiempo siguiéndome en el blog o habéis sido seguidores de la antigua página de Facebook "Yo También lo Tuve!", recordaréis que cuando se acercan estas fechas tan especiales como la noche del 31 de octubre, Halloween; el 1 de noviembre, Día de Todos los Santos; y el 2 de noviembre, Día de los Muertos o Día de los Difuntos, me gusta hacer algún post especial... mmmm digamos que un poco más tétrico y misterioso. Eso sí, estos posts siempre están relacionados, de forma directa o indirecta, con la temática de nuestra página: los recuerdos y la nostalgia de las décadas de los 60, 70, 80 y 90's. Este año no será la excepción, y espero que os guste este artículo.
Por cierto, permitidme que os
cuente que he decidido dividir este artículo en tres partes.
La primera es para agradecer a
mis queridos amigos Montse y David por un regalo que me hizo muchísima ilusión
y que está muy relacionado con este artículo, o con una parte de él que
considero muy importante y que os explicare.
La segunda parte tiene que ver
con la nostalgia que me invade al haber conseguido, después de muchos años, los
objetos que hoy os muestro y que me han inspirado a escribir este post.
Por último, la tercera parte es
una historia, basada en hechos reales mmmm o eso se rumorea sobre uno de los
objetos que os muestro, con un toque más misterioso, perfecto para estas
fechas. Esta historia le dará un sentido especial a este artículo dedicado a
las celebraciones que se aproximan. ¡Espero que las disfrutéis!
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PRIMERA PARTE: Un
regalo de cumpleaños completamente inesperado
Recuerdo que era un domingo de
finales de marzo de este mismo año. Judith y yo habíamos quedado con Montse y
David (aunque a mi colega siempre le he llamado Deivid desde que nos conocimos
hace más de 40 años). Son amigos muy queridos de toda la vida, y la idea era
tomar un vermut y pasar la mañana paseando entre antigüedades en
"Mercantic", un encantador recinto ubicado en una antigua fábrica de
cerámica en Sant Cugat (Barcelona). Es un lugar ideal para disfrutar del mundo
de las antigüedades, el diseño, la decoración, el arte y la lectura.
Durante el trayecto, le
comentaba a Deivid lo que encontraríamos allí, mientras nuestras parejas
conversaban sobre ropa, moda y algún que otro cotilleo jejejeje. Le describía
lo mágico que era el lugar y mencioné que una de mis tiendas preferidas era un
taller de lámparas estilo Tiffany. Cada vez que pasaba por sus vitrinas, me
detenía a admirar esas lámparas tan preciosas que me traían un recuerdo
especial de mi infancia. Le conté que estaba trabajando en un artículo para
finales de octubre sobre un juguete que me había llegado de Japón, y que
también pensaba mencionar esas lámparas, ya que jugaban un papel importante en
la historia que quería contar.
Deivid, sonriendo, me dijo que
tenía tres o cuatro lámparas tipo Tiffany en su casa. ¡No lo podía creer! Me
explicó que formaban parte de una herencia de una tía suya que también era
amante de lo retro y vintage. Seguro que ella y yo habríamos tenido largas y
amenas charlas sobre coleccionismo y temas similares. Así quedó la
conversación, entre risas y buenos recuerdos.
Sin embargo, esa idea de las
lámparas no se me iba de la cabeza. Pasaron los meses, y con la preparación de
ese artículo tan especial, empecé a pensar en cómo sería recrear una escena que
me recordara a mi niñez. Me imaginaba las imágenes que quería compartir, y se
me ocurrió pedirle a Deivid una de sus lámparas para la sesión fotográfica.
Así que un día, con un poco de
vergüenza, le dije:
—Deivid, tengo que pedirte un
favor. Puede parecerte raro, pero ¿me prestarías una de tus lámparas Tiffany
para una sesión de fotos? Es para el artículo del que te hablé cuando fuimos al
Mercantic, ¿lo recuerdas?
Deivid, con una sonrisa pícara,
me contestó que claro que lo recordaba, a pesar de su “memoria de pez”
jejejeje. Le expliqué que me sentía algo incómodo por esa petición tan extraña
que le hice, pero su respuesta, acompañada de una carcajada socarrona, fue:
—Con tantos años que hace que
nos conocemos ya estoy acostumbrado, nada viniendo de ti me sorprende ya
—jajajaja.
Acordamos que un día pasaría por
su casa para elegir una de las lámparas.
Hace un par de semanas, Montse y
Deivid nos invitaron a comer a su casa. Mientras disfrutábamos de la deliciosa
comida que Montse había preparado, Deivid me señaló un rincón y me dijo:
—Ahí tienes las lámparas. Elige
la que más se parezca a la de tu recuerdo.
Cuando finalmente elegí una, me
dieron una increíble sorpresa:
—¡Pues ya te la puedes llevar,
es tuya! Dentro de una semana es tu cumpleaños, y este es tu regalo adelantado.
¡No podía creerlo! Al recordar
ese momento, todavía se me erizan los pelos de la emoción. La ilusión que me
hizo ese regalo fue indescriptible.
Este artículo refleja un momento
muy especial para mí, y no puedo dejar de dar las gracias a Montse y Deivid por
este detalle tan bonito que también atesoraré entre los recuerdos especiales,
esos recuerdos que guardo en un cajoncito de mi corazón. ¡Os queremos un
montón!
SEGUNDA PARTE:
Inquietante, pero mágico recuerdo de niñez.
Era un día especial, uno de esos
en los que no había colegio. Con apenas 5 o 6 años, me quedé con mi tía
Encarna, que trabajaba como portera en una finca situada en mi querido
"Paseo de San Juan" (un lugar donde pasé muuuchas horas de juego
junto a mis amigos de infancia en aquellos columpios, toboganes y demás
cacharritos). No llevaba mucho rato en la portería cuando, de repente, mi tía
se acercó a mí con una sonrisa cómplice y me dijo:
—Acaban de dejarme un paquete
para el pintor del ático. ¿Quieres venir conmigo a entregarlo?
Sin pensarlo dos veces, me
animé. Así que juntos subimos hasta el último piso, donde vivía el pintor. Al
llegar, mi tía picó a la puerta, y al poco rato, nos abrió un hombre mayor, con
el pelo cano y un bigote tan grande que parecía sacado de una publicidad del
tío del Linimento de Sloan jejejeje. Me miró con curiosidad y sonrió.
—¡Señora Encarna! —dijo,
inclinándose en una leve reverencia—. ¡Muchas gracias por subir este paquete! Y
este pequeño caballero, ¿quién es?
Extendió su mano con elegancia,
esperando que yo le diera la mía. Mi tía, orgullosa, respondió mientras me
presentaba:
—Es mi sobrino, el hijo pequeño
de mi hermano Rafael.
En ese momento, una señora
mayor, igual de cariñosa que su esposo, apareció en la puerta. Me saludó con
una sonrisa cálida y, antes de que pudiera decir algo, me acarició la mejilla.
—¿Te gustaría un caramelo? —me
preguntó con dulzura.
Miré a mi tía buscando
aprobación, y ella asintió con la cabeza. Tímidamente, le respondí que sí.
Entre risas, me invitó a pasar al apartamento, y aunque al principio me sentí
algo cohibido, no pude resistirme y entré. Para mi sorpresa, la señora no me
dio solo un caramelo, ¡sino que llenó mis bolsillos con ellos!
Lo primero que vi al entrar fue
un caballete con una hermosa pintura del vecino templo de la Sagrada Familia.
Aquel señor no era un pintor de brocha gorda, como yo había pensado, ¡era un
verdadero artista, un pintor paisajista, con mucho arte! Pero lo que más llamó
mi atención no fue la pintura, sino la luz tenue que iluminaba el salón de
aquellos abuelos. Provenía de una preciosa lámpara con cristales de colores
que, con el tiempo, ya siendo adulto, supe que era una de esas famosas lámparas
de Tiffany. Y justo debajo de esa lámpara, había algo que me fascinó y me
inquietó al mismo tiempo: un juguete decorativo, un mono con platillos.
Sus ojos parecían seguirme a
donde quiera que fuera, y no podía dejar de mirarlo. La señora, al notar mi
fascinación, me sonrió y me preguntó:
—¿Quieres ver cómo toca los
platillos?
Antes de que pudiera responder,
tocó un botón y el mono comenzó a hacer sonar los platillos con un estridente
"cling, cling, cling, cling, cling". Me reí, divertido. Pero lo que
no esperaba era lo que vino después. De repente, la señora apretó otro botón,
uno oculto en la coronilla del mono. En un instante, el juguete dejó de tocar
los platillos y comenzó a emitir unos chillidos estridentes mientras sus ojos
salían y entraban de sus órbitas y al mismo tiempo levantaba los labios para
enseñarme los dientes.
¡Qué susto me dio! Sentí que el
corazón me daba un vuelco, pero al mismo tiempo, no podía apartar la mirada. El
condenado juguete me había asustado, pero también me había encantado. Cuando el
mono se detuvo, todos nos reímos, y hasta yo me uní, aún un poco tembloroso,
pero fascinado por ese extraño juguete.
Al despedirnos, me di cuenta de
que, a pesar del susto, aquel rato en casa del pintor del ático y su esposa
sería una de esas historias que jamás olvidaría. Y es que no todos los días uno
tiene la suerte de conocer a un pintor paisajista, una lámpara de luz tenue con
cristales hipnóticos de colores y, claro, a un mono de platillos que parece
cobrar vida para darte un inesperado susto jejejeje.
TERCERA PARTE: Una
historia para leer bajo la luz tenue de una lámpara en noche de CastaWeen.
El simpático y a la vez
escalofriante monito de los platillos, conocido como "Jolly Chimp",
es uno de esos juguetes que, aunque diseñados para entretener, han generado más
terror que risas. Creado y fabricado entre los años 50's a los 70's por la
compañía japonesa Daishin CK, este juguete tenía una mecánica simple: el mono
chilla, y sus ojos salen de las orbitas, mientras golpea sus platillos cuando
se activa, mostrando una sonrisa extraña con los dientes al descubierto.
Vestido con pantalones a rayas rojas y blancas y un chaleco amarillo, aunque
esto podía variar según fabricante tanto en vestimenta como en instrumentos,
que bien podían ser un tambor o un acordeón, aunque el primero de su serie fue
con platillos y la ropa que menciono. Su apariencia debería haber sido
encantadora, pero terminó siendo perturbadora para muchos.
Originalmente, el juguete estaba
pensado para divertir a los niños. Sin embargo, pronto se convirtió en un
objeto de pesadilla. Los niños que recibían a este inquietante mono solían
experimentar miedo e incluso terror nocturno. A lo largo del tiempo, este
juguete fue adquiriendo fama no solo como un accesorio infantil, sino como una
herramienta de entretenimiento en hospitales para niños con enfermedades
terminales y, en algunos casos, en manicomios. Y fue ahí donde comenzaron a
circular las leyendas más oscuras.
La leyenda del monito Jolly
Chimp asegura que, en más de una ocasión, se le vio activarse solo en plena
noche. Enfermeras en hospitales donde se encontraban estos juguetes contaron
relatos espeluznantes: en medio de la madrugada, el simpático mono comenzaba a
tocar sus platillos sin que nadie lo encendiera. Lo más inquietante es que
muchas veces, después de estos eventos, se encontraba sin vida a uno de los
niños presentes en la habitación.
Algunos creen que estas
historias son exageraciones, pero otros, especialmente quienes trabajaban en
hospitales en los años 60's y 70's, aseguran que hay algo oscuro detrás de este
aparentemente inofensivo juguete. Con el paso del tiempo, el miedo se fue
acumulando, y muchos padres decidieron deshacerse de los monitos. A día de hoy,
estos juguetes son extremadamente escasos, y los pocos que quedan de aquellos
años, como el famoso "Jolly Chill", pueden venderse a precios
exorbitantes.
Una de las historias más
escalofriantes asociadas al Jolly Chimp es la de Christopher, un niño de 11
años que vivía en Manhattan en 1967. Según los relatos, Christopher recibió el
mono como regalo de su padre que se lo había comprado a un extraño vendedor
ambulante. Hasta ese momento, era un niño alegre y lleno de vida, pero todo
cambió la noche del 28 de octubre de ese mismo año.
Esa noche, tras regresar de una
cena familiar, Christopher no podía dormir, algo poco común en él. Decidió
prender la luz y jugar con el monito, pero al tomarlo en sus manos, notó algo
extraño: el juguete estaba caliente. Sin embargo, no le dio mayor importancia,
apagó la luz y regresó a su cama. Poco después, el mono se activó solo en la
oscuridad, golpeando sus platillos de forma insistente. Cuando el niño intentó
apagarlo, sintió que una mano invisible lo detenía. Asustado, salió corriendo a
contarles a sus padres, quienes encontraron el mono en la cama de Christopher,
a pesar de que él lo había dejado en un estante.
Desde esa noche, el
comportamiento del niño cambió. Empezó a mencionar la palabra
"Azazel" en sueños, un nombre vinculado a un ángel caído, según
algunas creencias. Preocupados, los padres llevaron a Christopher con los
famosos investigadores paranormales, Ed y Lorraine Warren. Los Warren
concluyeron que el juguete estaba maldito y que tenía como objetivo poseer
almas inocentes. Después de realizar un ritual de exorcismo y sanación,
Christopher se recuperó lentamente.
Con el tiempo, el monito de los
platillos no solo se convirtió en una leyenda, sino en un icono del cine.
Aparece en Toy Story 3, donde es representado como un vigilante obsesivo que
hace sonar sus platillos cada vez que detecta algo sospechoso. También aparece
en películas de terror, como el conjuro, donde refuerza la atmósfera
espeluznante, o El fantasma de la ópera y El regalo del diablo, donde su
inquietante presencia aumenta la tensión, o también en el clásico Encuentros en
la tercera fase, entre otras muchas películas.
El Jolly Chimp incluso ha hecho
cameos en series como Los Simpson, donde su figura siniestra es utilizada para
representar situaciones absurdas o terroríficas. Su presencia constante en la
cultura popular demuestra cómo este pequeño juguete ha trascendido
generaciones, alimentando tanto el humor como el miedo.
A día de hoy, la escasa
existencia de los monitos de los platillos y las historias que los rodean han
hecho que muchos se pregunten si es buena idea tener uno en casa. Aunque
algunos como yo lo vemos como una pieza de coleccionista a pesar de que mi mono al que por cierto bautice con el nombre de Kiko (hijo de King Kong, jejejeje) es una reedición mas actual, otros no pueden evitar sentir un escalofrío al
recordar las historias que lo rodean. Así que la próxima vez que te encuentres
con uno de estos pequeños chimpancés en una tienda o película, pregúntate: ¿te
atreverías a tener uno en casa? Porque nunca se sabe cuándo podría comenzar a
tocar sus platillos... solo. ¡FELIZ CASTAWEEN!
Eeeeeep!!! Se me acaba de colar
un espontaneo, y encima exige que quiere salir en el vídeo y en las fotos del
post mmmm pues nada, nada aquí os dejo otro de mis juguetes misteriosos, este
para mi es el más especial, mi preferido el Sr. Sebastián Sebas para los
amigos, ¿No lo conoces? pues aquí te dejo un par de enlaces por si quieres
conocerlo.
La historia de Sebastián, Sebas para los amigos: https://yotambienlotuve.blogspot.com/2020/10/con-parlanchin-risa-sin-fin-o-puede-que.html
Video de Sebas felicitando CastaWeen: https://yotambienlotuve.blogspot.com/2020/10/feliz-castaween.html
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