COPIAR O CORTAR Este primer código evita que copien los textos de tu página o blog Este segundo código evita que copien las imágenes y gif COPIAR O CORTAR YO TAMBIÉN LO TUVE! NOSTALGIA Y RECUERDOS DE LOS AÑOS 60 - 70 - 80 - 90's: LOS MISTERIOSOS JUGUETES DE "EL BAÚL DE HAL" (KIKO, MI MONO CON PLATILLOS)

jueves, 31 de octubre de 2024

LOS MISTERIOSOS JUGUETES DE "EL BAÚL DE HAL" (KIKO, MI MONO CON PLATILLOS)

Aquellos que lleváis tiempo siguiéndome en el blog o habéis sido seguidores de la antigua página de Facebook "Yo También lo Tuve!", recordaréis que cuando se acercan estas fechas tan especiales como la noche del 31 de octubre, Halloween; el 1 de noviembre, Día de Todos los Santos; y el 2 de noviembre, Día de los Muertos o Día de los Difuntos, me gusta hacer algún post especial... mmmm digamos que un poco más tétrico y misterioso. Eso sí, estos posts siempre están relacionados, de forma directa o indirecta, con la temática de nuestra página: los recuerdos y la nostalgia de las décadas de los 60, 70, 80 y 90's. Este año no será la excepción, y espero que os guste este artículo.

Por cierto, permitidme que os cuente que he decidido dividir este artículo en tres partes.

La primera es para agradecer a mis queridos amigos Montse y David por un regalo que me hizo muchísima ilusión y que está muy relacionado con este artículo, o con una parte de él que considero muy importante y que os explicare.

La segunda parte tiene que ver con la nostalgia que me invade al haber conseguido, después de muchos años, los objetos que hoy os muestro y que me han inspirado a escribir este post.

Por último, la tercera parte es una historia, basada en hechos reales mmmm o eso se rumorea sobre uno de los objetos que os muestro, con un toque más misterioso, perfecto para estas fechas. Esta historia le dará un sentido especial a este artículo dedicado a las celebraciones que se aproximan. ¡Espero que las disfrutéis!


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PRIMERA PARTE: Un regalo de cumpleaños completamente inesperado

Recuerdo que era un domingo de finales de marzo de este mismo año. Judith y yo habíamos quedado con Montse y David (aunque a mi colega siempre le he llamado Deivid desde que nos conocimos hace más de 40 años). Son amigos muy queridos de toda la vida, y la idea era tomar un vermut y pasar la mañana paseando entre antigüedades en "Mercantic", un encantador recinto ubicado en una antigua fábrica de cerámica en Sant Cugat (Barcelona). Es un lugar ideal para disfrutar del mundo de las antigüedades, el diseño, la decoración, el arte y la lectura.

Durante el trayecto, le comentaba a Deivid lo que encontraríamos allí, mientras nuestras parejas conversaban sobre ropa, moda y algún que otro cotilleo jejejeje. Le describía lo mágico que era el lugar y mencioné que una de mis tiendas preferidas era un taller de lámparas estilo Tiffany. Cada vez que pasaba por sus vitrinas, me detenía a admirar esas lámparas tan preciosas que me traían un recuerdo especial de mi infancia. Le conté que estaba trabajando en un artículo para finales de octubre sobre un juguete que me había llegado de Japón, y que también pensaba mencionar esas lámparas, ya que jugaban un papel importante en la historia que quería contar.

Deivid, sonriendo, me dijo que tenía tres o cuatro lámparas tipo Tiffany en su casa. ¡No lo podía creer! Me explicó que formaban parte de una herencia de una tía suya que también era amante de lo retro y vintage. Seguro que ella y yo habríamos tenido largas y amenas charlas sobre coleccionismo y temas similares. Así quedó la conversación, entre risas y buenos recuerdos.

Sin embargo, esa idea de las lámparas no se me iba de la cabeza. Pasaron los meses, y con la preparación de ese artículo tan especial, empecé a pensar en cómo sería recrear una escena que me recordara a mi niñez. Me imaginaba las imágenes que quería compartir, y se me ocurrió pedirle a Deivid una de sus lámparas para la sesión fotográfica.

Así que un día, con un poco de vergüenza, le dije:

—Deivid, tengo que pedirte un favor. Puede parecerte raro, pero ¿me prestarías una de tus lámparas Tiffany para una sesión de fotos? Es para el artículo del que te hablé cuando fuimos al Mercantic, ¿lo recuerdas?

Deivid, con una sonrisa pícara, me contestó que claro que lo recordaba, a pesar de su “memoria de pez” jejejeje. Le expliqué que me sentía algo incómodo por esa petición tan extraña que le hice, pero su respuesta, acompañada de una carcajada socarrona, fue:

—Con tantos años que hace que nos conocemos ya estoy acostumbrado, nada viniendo de ti me sorprende ya —jajajaja.

Acordamos que un día pasaría por su casa para elegir una de las lámparas.

Hace un par de semanas, Montse y Deivid nos invitaron a comer a su casa. Mientras disfrutábamos de la deliciosa comida que Montse había preparado, Deivid me señaló un rincón y me dijo:

—Ahí tienes las lámparas. Elige la que más se parezca a la de tu recuerdo.

Cuando finalmente elegí una, me dieron una increíble sorpresa:

—¡Pues ya te la puedes llevar, es tuya! Dentro de una semana es tu cumpleaños, y este es tu regalo adelantado.

¡No podía creerlo! Al recordar ese momento, todavía se me erizan los pelos de la emoción. La ilusión que me hizo ese regalo fue indescriptible.

Este artículo refleja un momento muy especial para mí, y no puedo dejar de dar las gracias a Montse y Deivid por este detalle tan bonito que también atesoraré entre los recuerdos especiales, esos recuerdos que guardo en un cajoncito de mi corazón. ¡Os queremos un montón!

 

SEGUNDA PARTE: Inquietante, pero mágico recuerdo de niñez.

Era un día especial, uno de esos en los que no había colegio. Con apenas 5 o 6 años, me quedé con mi tía Encarna, que trabajaba como portera en una finca situada en mi querido "Paseo de San Juan" (un lugar donde pasé muuuchas horas de juego junto a mis amigos de infancia en aquellos columpios, toboganes y demás cacharritos). No llevaba mucho rato en la portería cuando, de repente, mi tía se acercó a mí con una sonrisa cómplice y me dijo:

—Acaban de dejarme un paquete para el pintor del ático. ¿Quieres venir conmigo a entregarlo?

Sin pensarlo dos veces, me animé. Así que juntos subimos hasta el último piso, donde vivía el pintor. Al llegar, mi tía picó a la puerta, y al poco rato, nos abrió un hombre mayor, con el pelo cano y un bigote tan grande que parecía sacado de una publicidad del tío del Linimento de Sloan jejejeje. Me miró con curiosidad y sonrió.

—¡Señora Encarna! —dijo, inclinándose en una leve reverencia—. ¡Muchas gracias por subir este paquete! Y este pequeño caballero, ¿quién es?

Extendió su mano con elegancia, esperando que yo le diera la mía. Mi tía, orgullosa, respondió mientras me presentaba:

—Es mi sobrino, el hijo pequeño de mi hermano Rafael.

En ese momento, una señora mayor, igual de cariñosa que su esposo, apareció en la puerta. Me saludó con una sonrisa cálida y, antes de que pudiera decir algo, me acarició la mejilla.

—¿Te gustaría un caramelo? —me preguntó con dulzura.

Miré a mi tía buscando aprobación, y ella asintió con la cabeza. Tímidamente, le respondí que sí. Entre risas, me invitó a pasar al apartamento, y aunque al principio me sentí algo cohibido, no pude resistirme y entré. Para mi sorpresa, la señora no me dio solo un caramelo, ¡sino que llenó mis bolsillos con ellos!

Lo primero que vi al entrar fue un caballete con una hermosa pintura del vecino templo de la Sagrada Familia. Aquel señor no era un pintor de brocha gorda, como yo había pensado, ¡era un verdadero artista, un pintor paisajista, con mucho arte! Pero lo que más llamó mi atención no fue la pintura, sino la luz tenue que iluminaba el salón de aquellos abuelos. Provenía de una preciosa lámpara con cristales de colores que, con el tiempo, ya siendo adulto, supe que era una de esas famosas lámparas de Tiffany. Y justo debajo de esa lámpara, había algo que me fascinó y me inquietó al mismo tiempo: un juguete decorativo, un mono con platillos.

Sus ojos parecían seguirme a donde quiera que fuera, y no podía dejar de mirarlo. La señora, al notar mi fascinación, me sonrió y me preguntó:

—¿Quieres ver cómo toca los platillos?

Antes de que pudiera responder, tocó un botón y el mono comenzó a hacer sonar los platillos con un estridente "cling, cling, cling, cling, cling". Me reí, divertido. Pero lo que no esperaba era lo que vino después. De repente, la señora apretó otro botón, uno oculto en la coronilla del mono. En un instante, el juguete dejó de tocar los platillos y comenzó a emitir unos chillidos estridentes mientras sus ojos salían y entraban de sus órbitas y al mismo tiempo levantaba los labios para enseñarme los dientes.

¡Qué susto me dio! Sentí que el corazón me daba un vuelco, pero al mismo tiempo, no podía apartar la mirada. El condenado juguete me había asustado, pero también me había encantado. Cuando el mono se detuvo, todos nos reímos, y hasta yo me uní, aún un poco tembloroso, pero fascinado por ese extraño juguete.

Al despedirnos, me di cuenta de que, a pesar del susto, aquel rato en casa del pintor del ático y su esposa sería una de esas historias que jamás olvidaría. Y es que no todos los días uno tiene la suerte de conocer a un pintor paisajista, una lámpara de luz tenue con cristales hipnóticos de colores y, claro, a un mono de platillos que parece cobrar vida para darte un inesperado susto jejejeje.

 

TERCERA PARTE: Una historia para leer bajo la luz tenue de una lámpara en noche de CastaWeen.

El simpático y a la vez escalofriante monito de los platillos, conocido como "Jolly Chimp", es uno de esos juguetes que, aunque diseñados para entretener, han generado más terror que risas. Creado y fabricado entre los años 50's a los 70's por la compañía japonesa Daishin CK, este juguete tenía una mecánica simple: el mono chilla, y sus ojos salen de las orbitas, mientras golpea sus platillos cuando se activa, mostrando una sonrisa extraña con los dientes al descubierto. Vestido con pantalones a rayas rojas y blancas y un chaleco amarillo, aunque esto podía variar según fabricante tanto en vestimenta como en instrumentos, que bien podían ser un tambor o un acordeón, aunque el primero de su serie fue con platillos y la ropa que menciono. Su apariencia debería haber sido encantadora, pero terminó siendo perturbadora para muchos.

Originalmente, el juguete estaba pensado para divertir a los niños. Sin embargo, pronto se convirtió en un objeto de pesadilla. Los niños que recibían a este inquietante mono solían experimentar miedo e incluso terror nocturno. A lo largo del tiempo, este juguete fue adquiriendo fama no solo como un accesorio infantil, sino como una herramienta de entretenimiento en hospitales para niños con enfermedades terminales y, en algunos casos, en manicomios. Y fue ahí donde comenzaron a circular las leyendas más oscuras.

La leyenda del monito Jolly Chimp asegura que, en más de una ocasión, se le vio activarse solo en plena noche. Enfermeras en hospitales donde se encontraban estos juguetes contaron relatos espeluznantes: en medio de la madrugada, el simpático mono comenzaba a tocar sus platillos sin que nadie lo encendiera. Lo más inquietante es que muchas veces, después de estos eventos, se encontraba sin vida a uno de los niños presentes en la habitación.

Algunos creen que estas historias son exageraciones, pero otros, especialmente quienes trabajaban en hospitales en los años 60's y 70's, aseguran que hay algo oscuro detrás de este aparentemente inofensivo juguete. Con el paso del tiempo, el miedo se fue acumulando, y muchos padres decidieron deshacerse de los monitos. A día de hoy, estos juguetes son extremadamente escasos, y los pocos que quedan de aquellos años, como el famoso "Jolly Chill", pueden venderse a precios exorbitantes.

Una de las historias más escalofriantes asociadas al Jolly Chimp es la de Christopher, un niño de 11 años que vivía en Manhattan en 1967. Según los relatos, Christopher recibió el mono como regalo de su padre que se lo había comprado a un extraño vendedor ambulante. Hasta ese momento, era un niño alegre y lleno de vida, pero todo cambió la noche del 28 de octubre de ese mismo año.

Esa noche, tras regresar de una cena familiar, Christopher no podía dormir, algo poco común en él. Decidió prender la luz y jugar con el monito, pero al tomarlo en sus manos, notó algo extraño: el juguete estaba caliente. Sin embargo, no le dio mayor importancia, apagó la luz y regresó a su cama. Poco después, el mono se activó solo en la oscuridad, golpeando sus platillos de forma insistente. Cuando el niño intentó apagarlo, sintió que una mano invisible lo detenía. Asustado, salió corriendo a contarles a sus padres, quienes encontraron el mono en la cama de Christopher, a pesar de que él lo había dejado en un estante.

Desde esa noche, el comportamiento del niño cambió. Empezó a mencionar la palabra "Azazel" en sueños, un nombre vinculado a un ángel caído, según algunas creencias. Preocupados, los padres llevaron a Christopher con los famosos investigadores paranormales, Ed y Lorraine Warren. Los Warren concluyeron que el juguete estaba maldito y que tenía como objetivo poseer almas inocentes. Después de realizar un ritual de exorcismo y sanación, Christopher se recuperó lentamente.

Con el tiempo, el monito de los platillos no solo se convirtió en una leyenda, sino en un icono del cine. Aparece en Toy Story 3, donde es representado como un vigilante obsesivo que hace sonar sus platillos cada vez que detecta algo sospechoso. También aparece en películas de terror, como el conjuro, donde refuerza la atmósfera espeluznante, o El fantasma de la ópera y El regalo del diablo, donde su inquietante presencia aumenta la tensión, o también en el clásico Encuentros en la tercera fase, entre otras muchas películas.

El Jolly Chimp incluso ha hecho cameos en series como Los Simpson, donde su figura siniestra es utilizada para representar situaciones absurdas o terroríficas. Su presencia constante en la cultura popular demuestra cómo este pequeño juguete ha trascendido generaciones, alimentando tanto el humor como el miedo.

A día de hoy, la escasa existencia de los monitos de los platillos y las historias que los rodean han hecho que muchos se pregunten si es buena idea tener uno en casa. Aunque algunos como yo lo vemos como una pieza de coleccionista a pesar de que mi mono al que por cierto bautice con el nombre de Kiko (hijo de King Kong, jejejeje) es una reedición mas actual, otros no pueden evitar sentir un escalofrío al recordar las historias que lo rodean. Así que la próxima vez que te encuentres con uno de estos pequeños chimpancés en una tienda o película, pregúntate: ¿te atreverías a tener uno en casa? Porque nunca se sabe cuándo podría comenzar a tocar sus platillos... solo. ¡FELIZ CASTAWEEN!

Eeeeeep!!! Se me acaba de colar un espontaneo, y encima exige que quiere salir en el vídeo y en las fotos del post mmmm pues nada, nada aquí os dejo otro de mis juguetes misteriosos, este para mi es el más especial, mi preferido el Sr. Sebastián Sebas para los amigos, ¿No lo conoces? pues aquí te dejo un par de enlaces por si quieres conocerlo.


La historia de Sebastián, Sebas para los amigos: https://yotambienlotuve.blogspot.com/2020/10/con-parlanchin-risa-sin-fin-o-puede-que.html

Video de Sebas felicitando CastaWeen: https://yotambienlotuve.blogspot.com/2020/10/feliz-castaween.html













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