¿Quién no se ha agachado alguna vez
al ver brillar una moneda en el suelo? En los patios, en las aceras o entre las
baldosas del barrio, encontrar cincuenta pesetas era como descubrir un pequeño
tesoro. Y si encima era una de aquellas antiguas, con ese perfil serio y
solemne, la imaginación volaba: ¿de qué época sería?, ¿Cuántas manos la habrían
tocado?, ¿Cuántos Sugus podría comprar?
A veces, una simple imagen basta
para despertar un recuerdo dormido. Esta escena (unas zapatillas clásicas,
medio a punto de pisar la moneda para que nadie más la vea, ese gesto discreto
de mirar a todos lados, y luego agacharse con rapidez para cogerla como si
fuera un secreto) nos devuelve a esos momentos en los que éramos niños o niñas,
y cualquier hallazgo en la calle podía convertirse en una sorpresa inesperada.
Aunque justo hoy se cumplen 50 años
del fallecimiento de quien aparece en una de las caras de la moneda, este meme
no pretende hablar de historia ni de política. Es una mirada inocente, la de un
niño o una niña que encuentra algo brillante en el suelo y se pregunta si
servirá para chuches, para canicas… o simplemente para guardarlo como un
tesoro.
Aquí no hay ideologías, solo memoria
compartida. Este blog es apolítico por naturaleza: nos mueve la nostalgia, el
humor y los recuerdos que nos unen, no los que nos separan.
Porque, al final, todos hemos
sentido esa pequeña emoción de encontrar algo que podía cambiarnos la tarde. A
veces, basta una moneda perdida entre las baldosas para hacernos volver, por un
instante, a la infancia.
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