Justamente hoy se cumplen 10 años desde que escribí este
artículo para nuestra antigua página de Facebook: "¡Yo también lo tuve!
Nostalgia y recuerdos de los años 60, 70, 80 y 90's". Me parece el momento
perfecto para recuperarlo y actualizarlo para nuestro blog. Si sigues leyendo,
entenderás por qué.
Recuerdo aquellos sábados a mediados de los años 70's,
cuando mi hermano y yo íbamos a casa de Jaimina, una amiga muy especial de él.
Vivía en la portería de un edificio en la calle Rosellón con Gerona, muy
cerquita de mi casa. Se puede decir que éramos vecinos y amigos.
En realidad, más que una casa, era la portería del edificio
donde vivían y trabajaban sus padres. Ellos eran los porteros y, durante la
semana, residían allí. Pero los viernes por la tarde se marchaban a su piso (no
recuerdo bien dónde) y dejaban a Jaimina sola, supuestamente para que
estudiara… o al menos eso les decía ella, jejejejeje.
Lo cierto es que en aquella portería había algo que siempre
me llamaba la atención: una copa.
"¡UNA GRAN COPA, UN COPÓN!", como las clásicas de
brandy, pero esta era muchísimo mayor, tamaño Goliat. Jaimina la utilizaba como
pecera, con pequeñas piedrecitas de múltiples colores en su interior y un par
de bonitos inquilinos, en su agua. Me encantaba aquella improvisada pecera y,
en muchas ocasiones, me quedaba mirándola mientras empezábamos a jugar a los
Juegos Reunidos Geyper. Pero aquello siempre acababa pareciendo un truco de
Magia Borrás porque, como por arte de magia, los dos, Jaimina y mi hermano, desaparecían
durante un buen rato... ¿POR QUÉ SERÁ? jajajajaja.
La cuestión es que al final siempre acababa quedándome solo
y aprovechaba esos ratos para observar a aquellos dos peces de agua fría que
vivían en la gran copa-pecera que tanto me gustaba.
Un día, en la feria de mi barrio en Barcelona, además de los
cacharritos que pusieron y las casetas de tiro, también montaron alguna
tómbola. Y en una de ellas, ¿cuál fue mi sorpresa? ¡Tenían copas-pecera como la
de Jaimina! Yo quería una costara lo que costara. Acudí a mi hermano, y le di
tanto la tabarra durante días que al final pude convencerlo (ya sabéis, un
hermano pequeño puede ser peligroso, un arma de doble filo, si sabe algunos
secretos del hermano mayor... jajajaja). Tuvo suerte, al tercer o cuarto boleto
consiguió mi ansiada copa. Lo malo es que ya no quedaban de las transparentes y
tuvimos que conformarnos con una de color ámbar, aunque en aquel tiempo la
llamaban "color whisky". Supongo que sonaba más americanizado, más a
la moda.
Aquella copa, como ya entenderéis, no era adecuada para
utilizarla como pecera, pero alguna que otra alegría dio en casa. Mis padres la
colocaron dentro de una vitrina junto a más cristalería, y la verdad es que le
dieron bastante uso. Mi padre y mi madre solían guardar en su interior los
resguardos de la quiniela 1-X-2, los décimos de la ONCE y, muy especialmente,
los de la Lotería de Navidad. A los pobres nunca les tocó gran cosa, pero jamás
perdieron la ilusión con aquellos números depositados en el interior de aquella
gigante copa de color whisky.
Bien entrado el año 1997, mis padres se trasladaron al
pueblo, a Cantoría - Almería, llevándose con ellos muchas cajas llenas de
recuerdos de toda una vida. Uno de esos entrañables recuerdos fue la copa de la
lotería. Desde aquel año le perdí la pista. Pensé muchas veces que se habría
roto, y sentí pena porque me hubiera gustado hacerle una foto para nuestra
página.
Este pasado verano, estando en la casa familiar del pueblo,
me llevé una grata sorpresa al abrir una de las muchas cajas de cartón que
tenían mis padres en el desván. La verdad es que mi mente se sumergió en un mar
de recuerdos al contemplar tantas cosas que hacía años que no veía. Pero para
mí, el verdadero "PREMIO" estaba al fondo de la caja. Allí, envuelto
en papel de periódico, me preguntaba: ¿Y esto qué es? Puede que sea un jarrón o
algo así. Al desenvolverlo, me quedé con la boca abierta... ¡LA COPA DE LA
LOTERÍA!
Grato reencuentro fue volver a encontrármela después de
tantos años. En mi cara se dibujó una sonrisa, y Judith, mi esposa, rápidamente
se percató de mi alegría. Entre risas le conté la historia de los peces de
Jaimina y los trucos de desapariciones de los Juegos Reunidos Geyper, mmmm,
Borrás, jajajaja, ya que la de la lotería ella misma la pudo ver y vivir en su
día.
Desempolvé la copa y la fotografié encima de la centenaria
mesa de mármol almeriense de la cocina. Terminada la sesión fotográfica, la
volví a envolver con sumo cuidado. Pero, pero, pero... pensé: este año y en los
futuros años venideros, la tradición de mis padres de guardar los décimos de
lotería, y muy especialmente los de Navidad, pasará a formar parte de mi casa y
de los míos. Esa tradición la recuperaré y la adoptaré en honor y en memoria de
mis muy queridos progenitores. Y como veis, así ha sido, la tradición continúa.
Este objeto, la "COPA GIGANTE", es un recuerdo
especial para mí, un recuerdo que son tres en uno:
- La bonita pecera de Jaimina y aquellas divertidas y cortas
pero intensas partidas de Juegos Reunidos Geyper, jejejeje.
- El premio de la tómbola de la feria que tanto deseaba,
aunque no fuera exactamente el que yo quería.
- Y, ya por último, el que considero más importante: El
recuerdo de mis queridos padres al guardar la lotería dentro de la copa, especialmente
los décimos de Navidad, siempre con la esperanza de pillar un pellizquito del
Gordo o de otra lotería.
Como ya sabéis, han pasado 10 años desde aquel primer
artículo que escribí sobre esta copa y que hoy recupero y actualizo para
desearos suerte y felicitaros las Navidades. También para deciros que sigo con
la tradición de colocar la lotería dentro de la copa y que la ilusión jamás la
perderé.
¡FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO 2025! Y si nos toca un
pellizquito de la lotería, mmmm, ya sería el mejor final para este post
¡jajajajaja!