COPIAR O CORTAR Este primer código evita que copien los textos de tu página o blog Este segundo código evita que copien las imágenes y gif COPIAR O CORTAR Yo también lo tuve! Nostalgia y Recuerdos de los años 60 - 70 - 80 - 90's: septiembre 2025

sábado, 20 de septiembre de 2025

CERBATANA JÍVARO: ENTRE RECUERDOS E HISTORIA

Hoy, en este último respiro del verano, me asalta el deseo de volver atrás: a unos días como estos, allá por 1974… o quizás fue en 1975. El tiempo ya borra las fechas, pero no las sensaciones.

Fue aquel último día de vacaciones en mi pueblo, lo recuerdo como si fuera ayer... Al día siguiente volvíamos a Barcelona, nos esperaba un viaje de más de 12h, el verano estaba llegando a su fin y las clases acechaban a la vuelta de la esquina.

Esa tarde vi a Francisco, uno de mis mejores amigos de la infancia, con una sonrisa que parecía no caber en su cara. Esperaba ansioso a su hermana, Mari Carmen, que regresaba de Andorra tras pasar los meses de verano trabajando. Francisco aseguraba que volvía con la maleta repleta de regalos… yo, escéptico, no podía imaginar lo que eso significaba y pensé: "mmmm, no será para tanto".

Después de cenar, como cada noche, Francisco vino a buscarme. Pero aquella no iba a ser una noche cualquiera. Se acercaba a casa con una bolsa enorme entre las manos y sus ojos brillaban de emoción. Entre risas y gritos de júbilo, me mostró lo que le trajo su hermana: una verdadera joya.

Primero, una metralleta espacial "Pery - Cosmos" que sacaba chispas al apretar el gatillo. Luego, una "Cerbatana Jívaro", fabricada por IBER Sport S.A., con sus dardos de ventosa, que parecía sacada de un cuento de aventuras. Pero el colmo de la fantasía fue la misteriosa cabeza reducida de jíbaro, con su cuerdecita, lista para colgar y practicar puntería sobre ella. Era un lote de juguetes que parecía salido de mis sueños más secretos, y esa noche, junto a aquellos juguetes, quedaron grabados en mi memoria para siempre.

Por cierto… La cerbatana de IBER Sport se llamó "Jívaro" con v porque en los años 60's y 70's era común usar esa grafía en la cultura popular y en títulos de películas, libros o artículos sobre los pueblos amazónicos.

Este detalle refleja cómo la época mezclaba el exotismo con la publicidad: la "v" hacía que el nombre sonara más aventurero y llamativo para un juguete, reforzando la imagen de misterio y aventura que se asociaba a los indígenas amazónicos en la imaginación colectiva.

"Jívaro" con v se convirtió en una especie de sello de identidad del juguete, mostrando cómo incluso una letra podía darle un toque distintivo y "atrevido" al nombre, haciendo que sonara más épico y exótico que la forma correcta actual, "jíbaro" con b, aunque hoy la RAE considera correcta esta última.

Con los años, al entrar en el mundo del coleccionismo vintage y los recuerdos, esos juguetes se convirtieron en mi obsesión. Pasaron muchos años y, aunque no fue fácil encontrarlos (ya que son piezas muy buscadas, escasas y casi míticas), con paciencia y dedicación logré hacerme con ellos. Recordar aquella noche me llena de la misma emoción que sentí entonces: la magia de la infancia, la amistad y la promesa de aventuras que solo los juguetes más especiales pueden ofrecer. Este artículo va por ti, querido amigo Francisco. Un fuerte abrazo allí donde estés; seguro que será un lugar bonito y lleno de luz.

No os contaré nada sobre esa mítica y clásica metralleta "Pery - Cosmos", ya que la mayoría la conoceréis. Pero si queréis saber más de ella, aquí os dejo un enlace que os llevará a un post dedicado a esta fantástica arma espacial, escrito hace unos años: "UN PEQUEÑO PASO PARA EL HOMBRE, PERO UN GRAN SALTO PARA LA HUMANIDAD".

En cuanto a las cerbatanas, ese tubo alargado que lanza dardos y que seguro habréis soplado, mmmm… también hice un artículo sobre los mencionados canutos, jejeje, y aquí os dejo el enlace: "CERBATANAS DE PETARDOS"

Lo que sí os contaré es una curiosa historia sobre los jíbaros y uno de sus reyes. Os preguntaréis qué tiene de curioso… pues que el hombre era galleguiño, jajaja. Y no es coña. ¡Vamos allá!

El famoso dicho español "allí donde vayas, te encontrarás a un gallego" se cumplió a la perfección en los años 20's. Los vecinos de Iquitos vieron llegar a un grupo de indios wampis, uno de los pueblos que forman parte del conjunto conocido como jíbaros, en canoas repletas de pescado. La sorpresa no fue el cargamento, sino descubrir que quien los lideraba no era un indígena, sino un hombre blanco, alto, flaco, con gafas… ¡era Alfonso Graña!

Aunque todos lo conocían como Alfonso Graña, su verdadero nombre era Ildefonso Graña Cortizo. Nació en Amiudal, Avión (Ourense), el 5 de marzo de 1878, y murió en 1934 en Datem del Marañón, Perú, falleciendo en plena selva a los 56 años, con la veneración de los indios jíbaros.

Conocido como Alfonso I de la Amazonía, este gallego reinó durante 12 años en un territorio equivalente a la mitad de España. Hasta en la Amazonía había gallegos, jajaja. Alfonso I de la Amazonía fue rey de los jíbaros, los mismos que encogían cabezas hasta el tamaño de un llavero, y, para colmo, dejó descendencia que continuó el legado.

¿Pero cómo llegó un gallego analfabeto a ser rey de los temibles jíbaros? Alfonso emigró a Brasil en 1899 en busca de fortuna y acabó en Iquitos, Perú, trabajando en la recolección del caucho. Cuando la crisis del caucho azotó la región, se adentró en la selva del Alto Marañón, donde se enfrentó a los indígenas más temibles. La historia cuenta que la hija del jefe de la tribu se encaprichó de él, lo que le salvó la vida y le abrió las puertas de la tribu. Tras la muerte del jefe, Alfonso fue coronado rey y comenzó a gobernar, enseñando a sus súbditos técnicas de supervivencia, curtido de pieles, molinos de agua y extracción de sal, combinando la tradición indígena con su ingenio gallego.

Durante sus años como monarca, Alfonso Graña bajaba periódicamente a Iquitos para comerciar con productos de la selva, acompañado de varios jíbaros. Los llevaba incluso al cine, les cortaba el pelo, les curaba las úlceras y los paseaba en coche como a niños. Además, guió expediciones científicas y comerciales, facilitando la exploración del Amazonas y llegando incluso a rescatar un hidroavión estrellado y su tripulante, por lo que el gobierno peruano reconoció oficialmente su autoridad en la región.

Su reino abarcaba ríos, selvas y tribus diversas, incluyendo a los guerreros jibaros: Shuar, Achuar, Awajún, Aguarunas, Huambisas y Wampis… lo seguían como soberano indiscutible. Todos compartían costumbres similares, incluida la famosa práctica de reducir cabezas. Alfonso logró que estas tribus dejaran de guerrear entre sí al intervenir en sus conflictos, ganándose su respeto, confianza y admiración, todo gracias a su audacia, astucia y un toque de galleguismo que jamás falla.

Por eso, cuando se dice que Alfonso Graña fue "Rey de los jíbaros", es que en realidad gobernó sobre varias de estas tribus guerreras de largas cerbatanas y afilados dardos untados con curare, un veneno extraído de plantas amazónicas que paralizaba a sus enemigos o a sus presas.

Alfonso nunca volvió a Galicia y murió en la selva, dejando un legado que aún perdura: su nieto, Kefren Graña, lidera hoy la Federación Wampis del Río Santiago, protegiendo los recursos naturales del territorio que Alfonso gobernó. Su casa natal en Amiudal, Avión (Ourense) sigue en pie, con una placa que recuerda a quien fue "Rey de los jíbaros".

Ahora seguro que entendéis mejor eso de: "Allí donde vayas, te encontrarás a un gallego". Esa frase, aunque solo sea un tópico como muchos otros, podría aplicarse al explorador Alfonso Graña, el gallego que encontraron en la selva amazónica convertido en nada menos que el rey de los jíbaros.

Y así, entre recuerdos y juguetes como metralletas espaciales, cerbatanas y cabezas reducidas, comprendemos que la infancia y la historia se cruzan de forma tan inesperada como la aventura de un gallego perdido en la Amazonía que terminó convirtiéndose en leyenda. Alfonso Graña, un hombre que comenzó como un joven humilde y se transformó en héroe amazónico, nos recuerda que la vida está llena de sorpresas, y que a veces los cuentos más increíbles y curiosos son… reales, y pueden superar de largo la ficción.




Sé que más de un colega coleccionista pondría el grito en el cielo al verme desprecintar y abrir una caja que, quizá, llevaba más de 50 años cerrada. Me dirían que pierde valor, que es un sacrilegio... y quizá tengan razón. Pero yo soy de los que no puede dejar, en su colección, algo eternamente precintado. Necesito abrirlo, tocarlo, sentir lo que transmite.

Eso me ha sucedido con esta caja de la cerbatana de "IBER Sport", mmmm no pude resistirme jajajaja. La abrí, aspiré ese aroma del plástico recién liberado, "un olor que trae de vuelta aquellos años", toqué el juguete, jugué con él... No tiene precio sentir la verdadera magia de revivir esas emociones de los recuerdos.

Con todo mi respeto y mi cariño hacia mis colegas coleccionistas que no abren sus tesoros: no sabéis lo que os estáis perdiendo. Pero también entiendo que cada uno disfruta su afición a su manera, y esa diversidad es precisamente lo que enriquece este mundo de coleccionistas.











sábado, 13 de septiembre de 2025

TOI, EL PRIMER EMOJI CON SABOR IBÉRICO

 

¡YA TOI DE VUELTA!

 Las vacaciones ya son historia y, aunque siempre se hacen cortas, septiembre llega con ese aire de comienzo que nos provoca un cosquilleo especial. Vuelven los madrugones, sí… pero también el olor de los cuadernos nuevos, las colecciones que invaden los kioscos, los cromos que vuelven a pasar de mano en mano y ese toque de nostalgia que nos recuerda a cuando éramos críos y todo empezaba otra vez desde cero.

Y es que septiembre tiene magia: combina la pereza de despedir al verano con la ilusión de estrenar etapa, de seguir coleccionando momentos que, quién sabe, quizá algún día se conviertan en recuerdos imborrables. Por eso regreso con muchísimas ganas de compartir un poquito de nostalgia, y qué mejor que empezar esta nueva temporada enlazando con aquella imagen con la que me despedí antes de marcharme de vacaciones... porque no hay nada como cerrar un círculo para abrir otro lleno de sorpresas.

Así que preparaos: vuelvo con la mochila llena de posts nostálgicos, anécdotas y entrañables recuerdos divertidos y, cómo no... imágenes de piezas de mi colección, la que guardo dentro de "EL BAÚL DE HAL", y algunas otras cosillas como travesuras blogueras de abuelo cebolleta, que seguro te sacarán alguna sonrisa, jejejejeje, ¡vamos allá!


Hubo un tiempo en el que los recreos olían a bocadillo envuelto en papel de plata, a tinta de bolígrafo mordido y, cómo no, a Bollycao. Pero no nos engañemos: muchos niños no compraban aquel bollo por el chocolate (que, dicho sea de paso, siempre se acumulaba sospechosamente en una sola punta), sino por la pegatina que lo acompañaba. Sí, hablamos de los míticos TOI, los cromos que se convirtieron en la primera red social analógica de España.

Un bicho verde, con ojos saltones y antenas, sujetaba un cartelito con mensajes tan simples como pegadizos: TOI CANSAO, TOI ENAMORAO, TOI RALLAO. ¿El resultado? Una fiebre colectiva que hizo que más de 150 millones de cromos circularan por mochilas, carpetas y puertas de neveras en España y Portugal entre 1989 y 1991.

De viñeta de periódico a fenómeno de masas... El origen de TOI no estuvo en ningún laboratorio de marketing internacional, sino en el lápiz de un joven diseñador catalán, Jordi Català, que en 1987 lo creó para una sección humorística de El Periódico de Catalunya. Aquella criatura, que en principio iba en blanco y negro, acabaría dando el salto a color gracias a la empresa Trigràfic y, finalmente, a los bollos de Panrico.

Lo curioso es que otras marcas como Nestlé o Cola Cao pudieron haberse quedado con los derechos, pero fueron los Bollycao quienes apostaron por él. Una jugada maestra: en pocos años, los niños compraban más por la pegatina que por el bollo. TOI no solo fue un icono pop, también fue gasolina para las ventas de Panrico durante más de una década.

Hoy usamos emoticonos y stickers para mostrar emociones en WhatsApp, pero TOI ya hacía eso... ¡en papel y con pegamento barato! Con su lenguaje recortado ("TOI" en lugar de "estoy", o "CONECTA@" adelantándose a la arroba digital), fue un precursor directo de los SMS, los memes y los emojis.

Y ojo a las versiones: hubo 54 modelos en la primera colección de 1989, aunque el reverso aseguraba que eran solo 50. Muchos siguen convencidos de que tienen la colección completa... y no es así (aquí os enseño la primera colección, junto a sus 54 cromos). Después llegaron más tandas: 65 cromos en 1992, otra en 2000 (50 cromos), otra en 2010 (50 cromos), y finalmente la colección conmemorativa del 30º aniversario lanzada en 2022 por Panini, con más de 230 cromos, incluyendo versiones actualizadas como TOI CONFINAO.

Algunos coleccionistas mencionan una posible colección de TOI en 1997, pero no hay información oficial que confirme su existencia. Es probable que esta confusión se deba a reediciones o a la circulación de cromos de ediciones anteriores durante ese periodo.

TOI funcionaba porque era simpático incluso cuando estaba enfadado. Con apenas cuatro rasgos: ojos, antenas, boca y manos, transmitía emociones universales. Era tan fácil identificarse con él que, en muchos casos, acababa expresando mejor lo que sentíamos que las mismísimas palabras.

Además, tenía un punto gamberro y castizo que lo hacía único: frases cortadas, guiños callejeros y un humor socarrón que, traducido a otros idiomas, perdía parte de la gracia. En Portugal se adaptó como TOU, y hubo intentos en euskera, gallego, catalán, francés e italiano. Pero el "sabor" original era inconfundible...

Se podría decir que estos cromos pasaron de las carpetas al recuerdo colectivo, y no exageramos si decimos que TOI fue un fenómeno sociológico. Pocos chavales de los 90's, y no tan chavales. Se libraron de pegar uno en la carpeta, en el armario o en el frigorífico, a veces bajo la mirada indulgente de las madres. Incluso hubo imitaciones piratas que llegaron a circular en revistas.

Más de treinta años después, TOI sigue siendo lo que su creador llama "el desconocido más conocido": no aparece en grandes documentales ni tiene película de Disney, pero basta mencionarlo para que a toda una generación se le escape la sonrisa. Porque, al final, no era solo un cromo: era un espejo verde de cómo nos sentíamos.

Hoy, mientras los emojis se multiplican en nuestros móviles, el TOI resiste como un recuerdo entrañable. Era, en palabras de su propio diseñador, un "estado de ánimo con antenas". Y puede que por eso, aunque ya no venga escondido en un bollo de chocolate, sigue ahí: en el rincón nostálgico de quienes crecimos con él.

En definitiva, los TOI fueron mucho más que pegatinas: fueron un idioma, un juego y una manera de compartir emociones mucho antes de que existiera Internet. Y si me apuras, siguen teniendo más gracia que muchos stickers de hoy.

 

¡TOI NOSTÁLGICO. TOI ESCRIBIENDO. TOI ENCANTAO DE TAR AQUÍ!